18 "Y tenemos aún algo más firme, la palabra profética, a la que hacéis muy bien en atender, como la lámpara que luce en lugar tenebroso, hasta que luzca el día y el lucero se levante en vuestros corazones. Pues debéis ante todo saber que ninguna profecía de la Escritura es de privada interpretación, porque la profecía no ha sido en los tiempos pasados proferida por humana voluntad, antes bien, movidos del Espíritu Santo, hablaron los hombres de Dios". EL TESTIMONIO DE LA IGLESIA. Los Santos Padres, quienes nos transmiten la mentalidad de la Iglesia primitiva sobre la Inspiración, nos.dicen que los hombres que escribieron las Escrituras fueron meros instrumentos en manos de Dios; sin embargo, Dios no los privó de su libertad y actuaron como instrumentos libres y racionales. El testimonio de la Iglesia se manifiesta en varios casos: a) Por el uso de la Biblia en la liturgia. b) Por los Santos Padres, quienes recurren a la Biblia para probar cualquier verdad. c) Por los Concilios; El Vaticano I afirma lo siguiente: "Si alguno no aceptá como sagrados y canónicos los libros de la Sagrada Escritura en su integridad, con todas sus partes, como se describen en el Tridentino, o niega que son divina– mente inspirados, sea anatema". d) Por las afirmaciones de los Papas, quienes defienden la misma doctrina. San Pío X, en el decreto "Lamentabili" de 1893. Benedicto XV, en "Spiritus Paraclitus" dé 1920. Pío XII en "Divino afflante Spiritu", de 1943 y en "Humani Generis", de 1950. e) Vaticano 11 "Dei Verbum" No. 11 a 13. Para cerrar este capítulo, citaremos unos párrafos de un autor moderno: "Los pensamientos de Dios, tal como están en Dios desde la eternidad, son de natu– raleza divina, puramente espirituales, completamente libres de limitaciones y oscuri– dades propias del entendimiento humano. Y, sin embargo, se nos ofrecen en la Escritura .como si fueran pensamientos de los hombres... "En la Encamación del Verbo Divino, fue permitido a los hombres colaborar, para que se realizase la unión de lo divino con lo humano. En la Encamación de Cristo, tomó parte la Virgen María. Recibió el Verbo Divino del Espíritu Santo. En la Sagrada Escritura, el evangelista, apóstol o profeta, recibió también la Palabra Di– vina, los pensamientos divinos, del Espíritu Santo. María y los escritores sagrados pusieron de su parte, carne y sangre". Rafael Ortega Orcajo; C. M. "Qué es la Biblia".

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