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DIVERSAS CLASES DE APOSTOLADO CAPUCHINO , 45 El convento de los capuchinos de Zaragoza ya hemos dicho que estaba bajo el patrocinio de San Juan Bautista, uno de los modelos del predi– cador por su austeridad de vida y el coraje para anunciar la verdad. A los pies de este gran santo, tras muchas horas de oración y estudio, salieron grandes predicadores capuchinos, teniendo presente aquella recomenda– ción que Alonso Lobo solía dar a los jóvenes predicadores: « Después de la oración te has de entregar al estudio como si nada esperases de Dios; pero cuando subes al púlpito, te has de confiar a Dios de forma que El sea quien gobierne tu lengua y tu espíritu. Cuando escribes tu sermón, deja siempre en blanco una página, para que Dios escriba en ella lo que sea de su agrado». ( 9 l Vamos a recordar a algunos de esos capuchinos aragoneses que desta- caron en el anuncio del evangelio, tanto en la ciudad de Zaragoza como en los pueblos de Aragón. El P. Pedro de Barbastro, bien formado en Teología, no sólo fue un gran promotor de la Orden Capuchina en Aragón, sino también un excelente predicador. El año 1601 predicó la Cuaresma en la Catedral de Huesca. Admirado y venerado por las gentes de esta ciudad ante sus maravillosas palabras y el ejemplo de su vida, consiguió como fruto, a parte de la conversión de los pecadores, el fundar en esta ciudad un convento capuchino. El P. José de Carabantes nació el 27 de junio de 1628 en el pueblo soriano de Carabantes. En la flor de su juventud se trasladó a Zara– goza para hacer los estudios superiores, pero aquí le llamó el Señor a la Orden Capuchina, e ingresó en el noviciado de Tarazana. Cursó Filosofía y Teología en el convento de Calatayud, y ordenado sacer– dote, muy pronto partió para la Misión de Cumaná, en Venezuela, a fines del año 1656, trabajando incansablemente en la evangelización de los indígenas. Vuelto a Europa en 1666 para presentar al Papa un memorial sobre la actividad de aquella misión y de sus compañeros, ya no regresó. No obstante, el espíritu evangelizador que bullía en su corazón le empujó a predicar Misiones Populares en Málaga y en los pueblos más importantes de esta diócesis. Luego subió a Galicia, y sólo en la diócesis de Orense llevó a cabo 62 Misiones. Los fieles con razón le llamaban "El Apóstol de Galicia". Su muerte acaeció en el convento de las Franciscanas Descalzas de Monforte, el año 1694. La causa de su beatificación fue introducida por San Pío X en 1910. Otra gran figura capuchina que brilló en ciencia y santidad fue el P. Lamberto de Zaragoza, nacido en esta ciudad el 5 de noviembre (9) Z. BOVERIO, «Annales Ordinis Minorum Capuccinorum», II, 509.

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