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40 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) La caridad se entendía como limosna, sin llegar a descubrir d valor cristiano de la justicia, anterior y soporte de la ley del amor. En el siglo XVII tuvo lugar una rápida propagación de h devoción a la Virgen del Pilar que se ha mantenido e incluso ha ido en crecimiento hasta nuestros días» Y> Los capuchinos que ingresaban en Zaragoza eran hijos del ambiente religioso que acabamos de describir. Y por eso, su vida aposr:ólica también se encuadra en cierto sentido en este marco pastoral. 1. CULTO Y PIEDAD POPULAR. La iglesia del convento capuchino estaba dedicada a San Juan Bautista cuya imagen presidía el sencillo retablo del altar mayor. Hay que tener presente que la Reforma capuchina era desde el principio en su legislación muy parca a la hora de realizar el culto cristiano. El mismc hecho de que los conventos estaban situados a las afueras de la ciudad, podría ser un inconveniente para los fieles. Daba la impresión de que los capuchinos no habían surgido en la Iglesia para estar ceñidos a los ministerios cultuales. No obstante, a las cinco de la mañana, el hermano sacristán se encar– gaba de abrir la iglesia. Aunque se establecían algunos ho:arios de misas, revestía especial solemnidad la "misa conventual", en la nal participaba toda la comunidad. En las capillas laterales, los religiosos sacerdotes que estaban libres de horarios, celebraban, acompañados de un hermano o monaguillo, la Santa Eucaristía. A la tarde, no solía haber ningún acto de culto. Pero con el correr de los años fueron apareciendo las diversas devociones populares. La Virgen Inmaculada era la Patro:ia de la Orden Capuchina, y por tanto la ardiente devoción de los religi::Jsos les llevó a desarrollar en el pueblo el amor a María mediante el rezo :lel Rosario que -ha perdurado hasta nuestros días. El amor a Cristo pobre y crucificado, ideal de Francisco de Asís tuvo su expresión máxima en el rezo del Vía Crucis, recordando la pasión y muerte del Señor: Tampoco podían faltar en la iglesi3. capuchina la imagen de San Francisco de Asís y la de los primeros sar:.tos capuchinos como San Félix de Cantalicio. Con el tiempo la devoció:l de los fieles a San Francisco se fue canalizando con la fundación de la Orden Tercera de San Francisco de Asís. Ya en tiempo del santo, en el sig~o XIII, comen– zaron a formarse estas fraternidades seglares que inte:itaban vivir el carisma franciscano en medio del mundo. El Papa franciscano Nicolás IV aprobó su Regla de vida, por medio de una bula emitida el 18 de agosto (1) Autores VARIOS, «Los aragoneses», Ecl. Istmo, Madrid, 1977, págs. 207-:WS

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