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CONCLUSIÓN Al finalizar esta reseña histórica de la presencia de los capuchinos en Zaragoza es necesario reconocer que han sido muchos los religiosos que han trabajado ejemplarmente y con gran celo apostólico al servicio del Reino de Dios y de esta parcela de la Iglesia en la capital aragonesa. Algunos nombres han ido apareciendo en estas líneas de forma circuns, tancial. Es imposible nombrar a todos, ni tampoco buscamos glorias y aplausos humanos. Igualmente hay que reconocer la presencia callada de muchas religiosas y seglares que han estado siempre trabajando y secundando las obras apos, tólicas inspiradas por los capuchinos. Nos basta con recordar en estos momentos el mayor elogio que un día]esu, cristo dirigió a sus discípulos, después de haber cumplido la misión encomen, dada: "Alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo" (Le. 10, 20). Esta es nuestra mejor recompensa.

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