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20 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) La personalidad intelectual más destacada del siglo XVI aragonés fue la figura de Jerónimo de Zurita y Castro. Sus "Anales de la Corona de Aragón" son un modelo de obra histórica, prodigio de veracidad, equili– brio y sensatez. Nacido y muerto en Zaragoza, es una de las más puras glorias de esta ciudad. El Hospital Real y General de N tra. Sra. de Gracia, creado en 1425 se fue convirtiendo en el centro principal de la vida sanitaria de la ciudad y escuela donde se formaron afamados médicos e investigadores. El edificio de La Lonja, inaugurada en 1551, feliz iniciativa de Don Hernando de Aragón, construida con fondos municipales, bajo la direc– ción del arquitecto Juan de Sariñena, simbolizaba otro aspecto funda– mental de la Zaragoza de este siglo: El financiero, mercantil y comercial. Tras la sencillez de sus muros, la amplia sala de esbeltas columnas góticas, albergaba cada día a numerosos hombres de negocios y finanzas. Finalmente, en la vida zaragozana de este siglo XVI merece destacarse su espiritualidad. La devoción aragonesa se concretaba en tres princi– pales centros: La Seo, el Pilar y Santa Engracia. La Seo representaba el pasado medieval, la oficialidad de la Iglesia. Es el monumental templo donde tienen lugar las grandes ceremonias, la jura de los príncipes y los solemnes actos político-religiosos de la época. Por el contrario, la Basílica de Ntra. Sra. del Pilar era el resultado de una fe ardiente y popular, que llevaba sobre sí el peso de una gloriosa tradición. Destruido el templo románico a consecuencia de un incendio .a mediados del siglo XV, se reconstruyó durante esta época bajo el signo gótico, aunque conservando el claustro románico. Era y sigue siendo a través de los siglos el sitio de peregrinaciones de Aragón y España. Otro centro de espiritualidad era el magnífico monasterio Jerónimo de Santa Engracia, donde Gil Morlanes y otros artistas dejaron impor– tantes muestras de su arte. En este histórico lugar la piedad popular honraba a Santa Engracia y a los Innumerables Mártires zaragozanos, testigos de Cristo, en los primeros siglos del cristianismo en Zaragoza. (1) Además de estos tres grandes focos de espiritualidad, la religiosidad popular alimentaba su fe en las clásicas iglesias de San Pablo, La Magdalena y otros lugares de culto especialmente los conventos de religiosos y religiosas. Es significativo el hecho de que todas las Ordenes Religiosas existentes en España en aquella época estaban presentes en Zaragoza. En la segunda mitad del siglo XVI, antes de llegar los Capuchinos, se instalaron en la ciudad los Jesuitas (1557), los Trinitarios Observantes (1570), los Mínimos de San Francisco de Paula (1576) y los Carmelitas Descalzos (1594). (1) VARIOS, «Gran enciclopedia aragonesa», Zaragoza, 1982, T. XII, págs. 3.394-3.399.

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