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170 PRESENCIA NUEVA (1929-1998) definitivamente los tres cursos de Filosofía, y satisfechos con elle los anhelos de los Superiores y cumplidos los mandatos de las sagradas Constituciones, que ordenan que se alojen los alumnos de Filosofía en un mismo colegio». ( 3 J El paso de los seminaristas a Zaragoza no fue un simple traslado de locales, sino el inicio de una nueva etapa educativa, e:-1 medio de un ambiente urbano, en torno a un Santuario lleno de vitahdad religiosa y con una mayor apertura, libertad y responsabilidad, todo ~o cual contras– taba con el régimen colegial de Alsasua. Los primeros cursos llegaron a sumar cerca de 60 jóvenes, atendidos por un grupo de religiosos educadores. Su presencia se hizo notar en forma positiva en lo que se refiere al culto de la iglesia. Con las voces más elegidas se constituyó una buena coral, dirigida por el P. Enrique Azpil– cueta, que solemnizaba con sus cánticos las misas dominicales y las novenas de San Francisco, las Animas, la Inmaculada y San Antonio. También tuvieron actuaciones de prestigio en la Basílica e.el Pilar y otras iglesias con motivo de fechas memorables. Este seminario de Filosofía se mantuvo hasta el año D72 en que fue trasladado al convento de Tudela. A fin de dar una utilidad social a los locales que haoía ocupado el seminario, durante unos años fue destinado a residencia de universita– rios, procedentes de diversos pueblos, especialmente de ::--Javarra, y que encontraban dificultad para un hospedaje económico. Fue una obra social humanitaria que agradecieron mucho todo el grupo de jóvenes que convivieron junto a los capuchinos durante ese periodo de su carrera universitaria. Corría el año 1979 cuando el Superior provincial, P. R..1.fino Grández, con el fin de impulsar la pastoral vocacional decidió crear un Seminario Menor para capuchinos aragoneses en esta Fraternidad de ~an Antonio de Zaragoza. Por aquellas fechas todavía seguía funcionando el seminario de Alsasua (Navarra), pero a los niños de Aragón y especialmente a sus padres, no les agradaba la idea de desplazar a sus hijos pequeños tan lejos del hogar. Por otra parte, el hecho de tener un seminario en Zaragoza se pensaba que podría ser una fuente de vocaciones, cuyo número esnba ya descen– diendo a ritmo acelerado. Para poner en marcha este seminario fue desig– nado como director el aragonés P. Luis Longás, acompañado de los reli– giosos José María Fonseca y Luis Javier Carlos. En la primavera del año 1979 este pequeño equipo ccmenzó a reco– rrer escuelas y colegios de los pueblos de las Cinco VJlas, del Bajo Aragón y de Zaragoza, invitando a los niños a participar en una Convi- (J) VARIOS, «La provincia capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón» (1950-7."), Pamplona 1975, págs. 270-276.
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