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164 PRESENCIA NUEVA (1929-1998) uva madura, y un texto de San Gregario IX que decía: 'Ecclesiae Santa lumen, Divinae legis amator, deprecare pro nobis Filio Dei". Por encima del altar mayor se elevaba airosa la imagen ::le San Antonio de Padua tallada en madera de ciprés, obra del escultor ·:alenciano Juan Bautista Parear. Los capuchinos compraron esta talla, gui2-dos por el buen gusto del P. Pietro, por valor de 30.000 ptas. El rostro de_ santo lleno de ternura, abrazando con cariño entrañable al Niño Jesús, sedujo a las muchedumbres de Aragón con tal fuerza, que sigue siendo el más venerado por el pueblo zaragozano. El altar mayor era de fino alabastro, al igual que lm púlpitos; y en los lados laterales del templo había varias capillas, de,:::oradas por los pintores "Navarros" y el P. Pietro. Estaban dedicadas al Corazón de Jesús, a la Inmaculada Concepción, a la Sagrada Famiia, a San Fran– cisco de Asís y a los Santos de la Orden Franciscana. En esta última capilla, pintada al fresco por el P. Pietro, se representaban las figuras de los más venerables capuchinos españoles: En el centro, el Beato Diego José de Cádiz; y a su derecha, los Venerables Fra-r Francisco de Pamplona, Fray Isidoro de Sevilla y Fray Pedro de Fi:stiñana; y a la izquierda, Fray José de Carabantes, Fray Miguel de TafaLa, el P. Esteban de Adoáin y dos beatos capuchinos más. Todas estas pinturas de las capillas laterales realizadas por el P. Pietro y los aragoneses Leopoldo Navarro y Miguel Navarro, eran unos excelentes murales que desgraciadamente desaparecieron, a raíz de la :eforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano 11. Durante el trieni-::i 1963-1966, se hicieron obras importantes en esta preciosa iglesia, a fin de adaptar el altar de cara al público. La mano del joven artista guipuzcoanc, don Valeriana Leceta, se encargó de la decoración y pintura del temple, desterrando la mayoría de los frescos antiguos, y plasmando otros de eEtilo modernista, que es lo que actualmente se conserva. La inauguración solemne de la iglesia se celebró el 25 de julio de 1945, aunque la fiesta comenzó ya de víspera con el acto de la bendición del Santuario. La ceremonia de bendecir el templo comenzó a las seis y media de la tarde, del día 24 de julio, y fue oficiada por el Sr. Obispo de Huesca, don Lino Rodrigo, ya que todo este territorio zaragozano seguía dependiendo de la diócesis oscense. Al Sr. Obispo le acompañaban el definidor general de la Orden capuchina, P. Carmelo de lturgoyen; el Superior de Alsasua, P. Jerónimo de Egués; el de Ejea de los Caballeros, P. Serafín de Lezáun; el Superior de Zaragoza, P. Ildefor_so de Ciáurriz y el canónigo de Huesca don Juan Segura. Fue consagrado el altar y se hizo la bendición del templo. Asistieron y ocuparon lugar preeminente varias autoridades civiles, militares y religiosas, como el capi~án general don José Monasterio; el gobernador militar, general Cremades; don Víctor

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