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PROLOGO 13 En este segundo año de preparación de Jubileo del año 2000, dedi, cado al Espíritu Santo, alma de todo apostolado, reconocemos las mara, villas que Dios ha obrado en nuestra Iglesia de Zaragoza por el humilde servicio de los Capuchinos y cantamos con la Virgen Santa María, mujer dócil a la voz del Espíritu, mujer del silencio y de la escucha, mujer de esperanza, que supo acoger como Abrahán la voluntad de Dios esperando contra toda esperanza y que resplandece como modelo para quienes se fían con todo el corazón de las promesas de Dios: « Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava, desde ahora dichosa me dirán todas las generaciones». (Le. 1, 47-48). El recuerdo de estos cuatrocientos años, el recuento de la obra llevada a cabo entre nosotros por la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, nos anima a toda la Comunidad Diocesana a entrar en el Tercer Milenio con ilusión y generosidad, con renovado ardor en la tarea evangelizadora, bajo el fuego siempre nuevo del Espíritu Santo, en medio de los hombres y mujeres que sufren, los más pobres y necesitados, en esta ciudad de Zaragoza, bimilenaria, tan amada de Dios, junto al Pilar de la Virgen. JUAN JOSÉ OMELLA OMELLA Obispo Aux. de Zaragoza
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