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FRATERNIDAD DE SAN FRANCISCO DE ASIS (1929) 145 parroquiales eran insuficientes para mantener las múltiples asocia– ciones y grupos apostólicos. Todas estas motivaciones llevaron al Superior Provincial de los capu– chinos a tomar la decisión de construir un nuevo templo y residencia para los religiosos. La Orden poseía un solar bastante amplio en el que podía construirse perfectamente esa nueva obra. Incluso se podría vender una parte del mismo para financiar este proyecto. Se aprobaron los planos del arquitecto tudelano Enrique Delso, y se encargó de realizarlos la empresa constructora "Hermanos Minguel". El 26 de julio de 1968 los capuchinos abandonaron su residencia de Torrero y pasaron a vivir provisionalmente, mientras se realizasen las obras, con la Fraternidad capuchina de San Antonio del Paseo Cuéllar. A fin de no interrumpir el culto y la vida parroquial, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana pusieron gratuitamente a disposición de la parro– quia la capilla del Colegio de Villa Cruz. Allí se instaló una sala que servía de despacho parroquial y se publicó un horario de cultos semejante al que ya existía. La entrada a esta capilla era por Vía Pignatelli 17. Las Hermanas de Santa Ana se portaron maravillosamente. Hay que reconocer que siempre han estado al servicio de nuestra parroquia de San Francisco de Asís, colaborando en el culto, en las catequesis y en la buena educación humana y cristiana que a lo largo de los años han dado a muchas niñas y niños de Torrero. A su vez, también los capu– chinos han estado disponibles siempre para servirles como capellanes y animadores de la pastoral del colegio. Las obras de construcción continuaron a buen ritmo. El 6 de agosto de 1970 comenzaron los cultos en la nueva iglesia y parroquia de San Francisco de Asís. La primera boda que se celebró fue la de un obrero que había trabajado en la construcción del templo: Moisés González Fernández con Pilar Marco Pasamar. Fue el 8 de agosto a las doce de la mañana. El conjunto de la obra abarcaba las siguientes plantas: a) Unos amplios semisótanos, que fueron cedidos a la Hermandad Parroquial por un plazo de 20 años, comprometiéndose dicha Hermandad a dedicarlos a obras sociales, apostólicas y culturales. En ellos construyeron un buen salón de actos con 250 butacas, con el fin de poder dar conferencias, proyectar cine y hacer comedias y actos recrea– tivos. También se instaló un bar y restaurante al servicio de todos, y se dedicó otra parte para el recreo de los jóvenes, a base de máquinas de juegos, pim pon, etc... Más tarde, se le dieron otros fines. Desapareció el restaurante y se colocó allí el Hogar del Jubilado. Igualmente se quitaron

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