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124 PRESENCIA NUEVA (1929-1998) sus pies descalzos, protegidos por unas toscas sandalias soportando las lluvias y el cierzo helador del invierno zaragozano. Quienes contemplaban por las calles de la ciudad su figura penitente quedaban admirados porque en medio de esta austeridd de vida, eran unos hombres felices, alegres, cordiales y amables con teda la gente. Con la reforma de la Iglesia del Concilio Vaticano II, también los capuchinos adaptaron sus Constituciones a los tiempos :nademos, pero sin perder sus notas esenciales como son la prioridad de la oración, la pobreza radical, la humildad, sencillez y vida fraterna, y su presencia como hombres del pueblo y al servicio de los más necesi=ados. 5. PRIMERAS ACTIVIDADES. Los capuchinos comenzaron con gran ilusión y entre&a a trabajar en este barrio de Torrero tan necesitado de ayuda humana y es_:,iritual. En este apartado vamos a intentar resumir algunas de las acth,-_dades de estos primeros años de presencia en esta zona, al otro lado del Canal Imperial. Culto en la nueva capilla. Una hoja publicada por el P. Ignacio de Pamplona comunicaba a los fieles el programa de cultos en esta nueva capilla de San Antonio. Horario de Misas: - Domingos y festivos: 6, 7, 8 y 9,30 de la mañana. - Días de labor: 6, 7,30 y 8,30 de la mañana. En la primera misa se rezaría todos los días el rosario. Exposición del Santísimo: - Todas las tardes. Ejercicios piadosos: - Martes: Preces a San Antonio de Padua. - Jueves: Hora Santa. - Sábado: Rosario cantado y salve solemne en honcr a la Virgen. Confesiones: - Durante todo el día habrá un sacerdote a disposici:Sn de los fieles. Ministerio de la predicación. La predicación ha sido durante muchos siglos una nora muy especí– fica de la Orden capuchina. Por eso, no es nada extraño e_ ver cómo los pocos capuchinos que llegaron a Zaragoza en 1929 se dedicaran con fervor a este ministerio, aceptando las ofertas que les llegaban de los párrocos de la ciudad y de los pueblos. El P. Ignacio de Panplona estuvo