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120 PRESENCIA NUEVA (1929-1998) a otros usos apostólicos y la erección de unas escuelas, que según indica el cronista, eran "parte esencialísima en los proyectos de nuestra fundación". Con el fin de acelerar las obras, al número de los obreros se añadieron tres capuchinos: Fray Serafín de Barbarin, albañil; Fray Bernardo de Ciriza y Fray Casiano de Madoz, carpinteros, los cuales dieron en el barrio una buena lección del aut~ntico espíritu franciscano. A los diez meses quedaba terminado el edificio de dos plantas y sótano, con líneas ornamentales de estilo gótico senc:llo. Esta era la primera parte de la obra. La capilla medía 24 metrcs de largo por siete de ancho y cinco de alto. Todo el edificio ocupaoa 880 metros. Esta distribución inadecuada y provisional del terre::i.o hizo que la residencia de los religiosos careciera de una mínima comodidad. El 12 de junio de 1929 comenzó la fiesta de ina:iguración. Los capuchinos se trasladaron muy de mañana de la casa que habitaban en Vía Pignatelli 11 a la nueva residencia de la Avda. América 12. En la capilla entronizaron la hermosa imagen de San Antonio de Padua, donación de la Sra. Marquesa de Echandía. Y al atardecer se realizó el traslado del Santísimo desde la capilla de doña Rosario a la nueva, dedicada a San Antonio durante muchos años. En este acto estuvieron presentes: El Sr. Obispo de Huesca, que pcrtaba el Santí– simo; el P. Ildefonso de Ciáurriz, Superior Provincicl de los capu– chinos, y todo el Consejo. Una multitud de gente del barrio y la ciudad se unieron a esta procesión con el Santísimo, mientras solem– nizaba el acto la Banda Provincial dirigida por el maestro D. Ramón Borobia. Un piquete de Caballería del vecino cuartel de Castillejos cerraba la marcha. Al día siguiente, 13 de junio, se celebró la primera fiesta en honor de San Antonio, con la participación de numeroso público. El Arzo– bispo de Zaragoza, D. Rigoberto Domenech celebró una de las misas, y el P. Ildefonso de Ciáurriz, Superior Provincial, presidió la misa mayor, cantada por el coro de niños de las Escuelas de la Doctrina Cristiana, dirigidos por el hermano Samuel y acom¡::añados por el P. Cristóbal de Eraul. Por la tarde comenzó la novena en honor a San Antonio, que fue predicada por el P. Gabriel de San Sebastián. La devoción a este gran santo ya estaba muy arraigaé_a en Zaragoza y los fieles acudían con fe a venerar el San Antonio del Pilar, el de la parroquia de San Gil y el de la iglesia de los frcnciscanos del barrio de Jesús. No obstante, la presencia de los cap.1chinos sirvió para darle un mayor esplendor.
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