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66 CONVENTO DE BARBASTRO Cogullada de la Ciudad de Zaragoza, celebrado. Editado en Zaragoza, en folio de 16 páginas. • Padre Jerónimo de Barbastro. En 1667 era predicador y guardián del con– vento de Mallorca. Escribió: "Luz clarísima contra los engaños en que viven los hombres". Editada en Palma de Mallorca, en 8°. Pero más que en ciencia, brilló en santidad. Ejerció el cargo de Maestro de Novicios, edificando a los jóvenes aspirantes a la Orden Capuchina con el ejem– plo de su vida pobre, humilde y llena de amor. Su vida estuvo adornada de todas las virtudes. A su muerte, acaecida en 1711 en el convento de Mallorca, acudió una multitud de gente para besar su cadáver y cortar trocitos de hábito como reliquia. 5. Abandono del convento y situación actual Después de la Ley de Desamortización,1835, el convento capuchino de Bar– bastro quedó abandonado. De él dice Pascual Madoz: «Ofrece un aspecto triste, y sería de desear que, por lo menos, se aprovechara para alguna fábrica, de lo que es susceptible por la posición que ocupa y la hermosa huerta que contiene».' 7 i El paso de los años y la nueva urbanización han borrado las huellas de los Capuchinos. La primera residencia de los Capuchinos hemos dicho que fue la Iglesia de San Hipólito, que en la guerra española de 1936 fue destruida. En la actual urba– nización, dicho solar corresponde a la vivienda n.º 38 de la calle Pablo Sahún y a la vivienda 41 -43 de la calle San Hipólito. En este lugar estuvieron los Capuchinos provisionalmente dos años. Pero el verdadero Convento desde 1610 hasta la desamortización estaba Ubi– cado en lo que hoy se llama Avda. de los Pirineos nº 2 y 4. Es una casa de tres plantas, que parece fue construida el año 1914, según consta en la fachada. Junto a la casa, hay una buena huerta que se prolonga hasta la orilla del río Vero. Del primitivo convento parece que sólo quedan algunos viejos muros que contienen los ribazos de la huerta. Un vetusto ciprés, recio y esbelto, da un tono de seriedad a este solar de la antigua familia Gracia, donde estuvo edificado el convento e iglesia de los Capuchinos. No queda ningún vestigio del convento. Sólo se conserva, como memoria de los Capuchinos, la "Calle Capuchinos", que tiene su entrada por la Avda. de los 7. Pascual Madoz, Diccionario de España, Madrid, 1846, Tomo 111, Pág. 390.
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