BCCCAP00000000000000000001342

186 CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS EN ZARAGOZA Uno de los momentos más difíciles que tuvieron que pasar sucedió el 5 de noviembre de 193Z Un furioso bombardeo de la aviación republicana sembraba de desolación el barrio. Los aviones habían atacado un depósito de municiones dis– tante unos doscientos cincuenta metros del convento, y las bombas y proyectiles allí guardados saltaron por los aires sembrando el terror y la muerte. Varias de esas bombas acertaron con la residencia capuchina, destruyendo tabiques y rompiendo puertas y cristales. Por suerte, ninguno de los religiosos sufrió daño personal. Un ministerio digno de todo elogio que realizaron los capuchinos en esas horas amargas y trágicas de la guerra, fue el atender espiritualmente a los "conde– nados a muerte'~ Los religiosos destinados a este difícil ministerio fueron los Padres Gumersindo de Estella, Víctor de Legarda y Marcelo de Villaba. En el año 1938, sólo el P. Gumersindo asistió a 178 condenados a muerte. Entre ellos figuraban algunas personalidades como el general Enciso y el coronel González Tablas. También los capuchinos se hicieron cargo en estos días del cuidado espiritual de una prisión en la que se alojaban prisioneros vascos. Eran unos 350 y ocupa– ban la escuela "Luis Vives". Cada domingo se les celebraba la eucaristía y se les confortaba con la predicación. 9. Actividad social La postguerra trajo para esta Fraternidad de San Francisco dos acontecimien– tos importantes: La creación de una nueva iglesia dedicada a San Antonio y la necesidad de luchar contra la pobreza y problemas sociales de la gente del barrio. Tras la guerra civil española, el gobierno italiano aceptó el proyecto del capu– chino P. Pedro de Varzi, capellán de las tropas de Italia, que pretendía edificar una iglesia con un gran mausoleo donde residieran los restos de los italianos muer– tos en la guerra. El 25 de julio de 1945 quedaba inaugurada la nueva iglesia dedicada a san Antonio, situada en el paseo Cuéllar 10-18., y al año siguiente, quedaban abiertas las arcadas y torre mausoleo, y también los religiosos ocupaban el nuevo con– vento, situado en el paseo Cuéllar 10-18. En consecuencia, la comunidad capu– china fue distribuida entre las dos casas: Cuatro religiosos en la antigua y quince en la nueva, pero formando una sola Fraternidad. La vieja capilla de Torrero, aunque mermada en personal, continuó ofrecien– do sus servicios espirituales. Algunas de sus obras apostólicas pasaron a residir al nuevo santuario. Yfinalmente, el año 1948 esta Fraternidad recobraba su inde– pendencia y quedaba constituida en comunidad separada de la nueva de San Antonio, sin que por eso sufrieran quebranto las cordiales relaciones y la colabo– ración mutua de hermanos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz