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170 CONVENTO DE LOS CAPUCHINOS EN HIJAR trarles los sacramentos y consolarles en el dolor. A pesar de estar lejos de la población, los capuchinos recorrían las calles de Híjar cumpliendo con esta misión caritativa. El culto en la iglesia. Los Hijaranos acudían con ilusión a participar en los diversos cultos que ofrecían los capuchinos: la eucaristía a la mañana, el rosario y exposición del Santísimo todas las tardes. Una crónica publicada en 1928 afir– ma de los Capuchinos de Hijar: 'Todos los domingos del año se predica la homi– lía durante la misa primera que es la mas concurrida, y en los meses de junio y julio, se celebra misa de alba para los trabajadores. Tienen a su cargo la capella– nía de la ermita de la Virgen del Carmen. Ytodos los domingos y días festivos dan catecismo en su iglesia, además de colaborar con los sacerdotes de la Parro– quia". El pueblo se desplazaba con fervor a la iglesia de los capuchinos. Así lo recuerda con nostalgia en su libro ya citado, don Mariano Laborda: "iAy, qué colorido y gracia espiritual se vivía en aquellas funciones, siempre abarrotadas del pueblo, principalmente en el mes de mayo; la Navidad con la Misa de Gallo; la Cuaresma y la Semana Santa!"... El ministerio del confesionario. En aquella época la gente sentía una profun– da necesidad de acercarse al confesionario para pedir al Señor perdón de sus pecados y recibir la comunión con un corazón limpio. En el lejano convento de los capuchinos sabían los fieles devotos que encontrarían a cualquier hora del día al sacerdote amable y comprensivo que les iba a atender. La Orden Tercera de San Francisco. Esta Orden ya existía de tiempos anti– guos. Seguramente que fue fundada por los Franciscanos que vivieron en Híjar y en ese mismo lugar desde 1524 hasta 1835. No obstante, con la ausencia de los franciscanos estaba muy deficiente. Una de las tareas que emprendieron los capuchinos fue revivir la Orden Tercera de San Francisco. Grandes enamorados e impulsores de los terciarios fueron el P. Basilio de Gea y el P. Leonardo de lroz. El P. Basilio, además de atender esta Fraternidad Seglar Franciscana, también se des– plazaba todos los meses a Barbastro para atender la Orden Tercera de esta ciu– dad, a la cual pertenecía un gitano que hoy está en los altares: el Beato Ceferino Jiménez Malla. El P. Leonardo igualmente propagó la Orden Tercera y fundó la Archicofradía del Cordón de San Francisco de Asís, a la cual pertenecían 150 socios, que celebraban sus reuniones mensualmente y cultos extraordinarios en la fiesta de la Circuncisión del Señor y en el mes de mayo. La Hermandad de los Terciarios estaba llena de vitalidad apostólica: Eran los directores de las Catequesis, de la Escuela Dominical y de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Ycuando llega– ba la famosa Semana Santa de Híjar, los terciarios eran los primeros en organi– zarla y darle esplendor. La educación. En la medida de sus posibilidades también los capuchinos de Híjar ejercieron este servicio de educar a niños y adultos. Durante varios años
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