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LOS CONVENTOS CAPUCHINOS DE ARAGÓN 169 -A la tarde, también hay otro tiempo de oración: Rezo de vísperas, rosario y una hora de meditación personal. -Al final de la jornada: Cena, recreo, preces de la noche, examen de concien– cia y descanso,12 1 Todos se esforzaban en participar en estos actos comunitarios que tanto les ayudaba a crecer en el amor a Dios y en vivir mejor la fraternidad. Junto a esta vida de oración y contemplación, había otro rasgo esencial en los capuchinos: La pobreza y austeridad en su forma de vivir, como expresión de amor a Cristo pobre y crucificado. Los religiosos llevaban una vida austera y penitente que se expresaba en sus sencillas y estrechas habitaciones, en la obser– vancia de las tres cuaresmas de ayuno y abstinencias que practicaban según las Constituciones, en los maitines a medianoche interrumpiendo el sueño, y en todo su porte exterior: Sus largas y descuidadas barbas; su hábito pardo ceñido con el blanco cordón; sus pies descalzos, protegidos por unas toscas sandalias, sopor– tando las lluvias y el cierzo helador del invierno. Quienes contemplaban por las calles de Hijar y de los pueblos la figura peni– tente del capuchino quedaban admirados, porque en medio de esta austeridad de vida, eran unos hombres felices, alegres, cordiales y amables con toda la gente. Yquienes escuchaban a medianoche el lejano sonido de la campana del con– vento de Híjar, llamando a los frailes a rezar maitines, seguramente que también quedaban edificados de esos capuchinos, hombres de oración y de caridad. Este testimonio devida auténtica fue siempre su mejor sermón. 5. Diversas actividades y apostolados ¿A qué se dedicaban los capuchinos en Híjar? Fueron a vivir en el pueblo y a servir al pueblo. Por eso, podemos enumerar una larga lista de trabajos y servi– cios. Trabajos domésticos conventuales. Siempre hubo en Híjar varios religiosos no clérigos que se dedicaban con un gran espíritu al servicio de la cocina, la por– tería, la sacristía, y especialmente la hermosa huerta, demostrando ser muy bue– nos hortelanos Fray Melchor de Fustiñana y Fray Bernardo de Linzoáin. Las obras de caridad. A la portería del pobre convento capuchino acudían personas necesitadas económicamente para quienes siempre había una pequeña ayuda. Yotra obra de caridad es el consuelo a los enfermos. Siempre los capu– chinos han mantenido como algo muy suyo el visitar a los enfermos, adminis- 2. "Manual Seráfico de los FF. MM. Capuchinos"... Madrid, 1948.

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