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168 CONVENTO DE LOS CAPUCHINOS EN HIJAR co de Asís y la Divina Pastora; grupo precioso que se veneraba en un ambiente de campo de amplia escenografía. En los altares se presentaban también las imágenes de San Luis, Rey de Fran– cia y Santa Isabel de Hungría. La imagen que llamaba poderosamente la atención era la de San Francisco de Asís, obra maestra del escultor Sebastián Senabra, de Barcelona. Más tarde, por el año 1928, Fray Joaquín de Adiós, con la buena venta de sus sellos - filatelia - adquirió el altar del Santo Cristo, que muchos recorda– mos su llegada en gran caja triangular, como así las brillantes fiestas en su honor". 4. Estilo de vida de los capuchinos Aunque la Comunidad Capuchina de Híjar no fue nunca muy numerosa, con el tiempo se fueron incorporando nuevos religiosos hasta formar un número de 10 a 12. La situación del convento, a unos dos kilómetros de la población, en la soledad del campo, favorecía la misión principal del capuchino, que era y sigue siendo la santidad, a través de la oración, el estudio, los trabajos domésticos y apostólicos. La vivencia del carisma franciscano capuchino lo podríamos resu– mirlos en cinco puntos fundamentales: • Fidelidad a la espiritualidad de San Francisco de Asís. • La virtud de la pobreza era considerada como "el fundamento de toda la perfección franciscana". • El espíritu penitencial brotaba de un afán de identificarse con Cristo Cruci– ficado, a quien contemplaban diariamente en los tiempos de oración personal. • La vida de oración, el trato íntimo y personal con el Señor, ocupaba varias horas al día. • La sendllez y el amor fraterno fue un punto significativo de los capuchinos. Pronto el capuchino fue llamado "el hombre del pueblo': el que sabia estar y escu– char a la gente humilde. La vivencia de este carisma capuchino con sus notas peculiares encontraba un sólido soporte en un horario conventual, que se cumplía al son de campana, a lo largo de toda la jornada. Es un horario que los capuchinos de Hijar lo vivían con exactitud, siguiendo las normas del "Manual Seráfico': vigente en aquella época: -A media noche: Rezo de maitines y Laudes. - Comienzo del día con unas preces comunitarias y una hora de meditación. - Después de la meditación, se reza las Horas litúrgicas de Prima y Tercia y a continuación, la Misa conventual, a la cual asisten todos. -Antes de la comida, las Horas litúrgicas de Sexta y Nona. - Después de la comida, visita al Santísimo y tiempo de recreación y descanso.

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