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LOS CONVENTOS CAPUCHINOS DE ARAGÓN CONVENTO DE LOS CAPUCHINOS EN HIJAR (1902 - 1936) 165 La Villa de Hijar pertenece civilmente a la provincia de Teruel, y eclesiástica– mente a la Diócesis de Zaragoza. Está situada a 171 Km. de Teruel, junto al río Martín, y cuenta con unos 2.000 habitantes. El trazado del casco urbano es pin– toresco, con plazas, calles y arcos de indudable belleza. El estilo gótico está pre– sente en la ermita de San Antonio y también en la bóveda de la crucería estrella– da de la iglesia parroquial de Santa María. Entre los festejos hijaranos destacan los de tipo religioso, en especial la Semana Santa, declarada de interés turístico nacional, con extraordinarios 11 pasos 11 y desfiles procesionales, y el estruendo de centenares de bombos y tambores. Existe un monumento al tambor y la Casa del Hijarano, promovida por el entusiasmo de Mariano Laborda Gracia. l. Fundación del convento capuchino de Híjar Tras la Ley de Desamortización en 1835 se produjo en España la obligación de que los religiosos abandonaran sus conventos. Así lo hicieron con gran dolor, saliendo de sus recintos conventuales con las manos vacías y dejando sus igle– sias adornadas con artísticos cuadros e imágenes, bibliotecas de gran valor y otros muchos objetos que constituían una patrimonio cultural importante. En la villa de Híjar quedó también abandonado el convento de los Hermanos Franciscanos Menores, llamados 11 observantes". Fue fundado en 1524 por el caba– llero D. Luis, Duque de Híjar y primer Conde de Belchite. .Muchos años transcurrieron hasta que las Órdenes Religiosas tuvieran liber– tad para poder regresar, aunque estaban muy mermadas de vocaciones. El año 1900 se fundó, en el seno de la Orden Capuchina, la Provincia de Navarra - Can– tabria -Aragón, bajo el patrocinio de la Virgen del Pilar. No poseían más que cua– tro conventos, pero enseguida pensaron los capuchinos que tenían que hacerse presentes en Aragón, donde en épocas pasadas hubo tantos conventos y voca– ciones. Afortunadamente encontraron en la ilustre figura del sacerdote Mosén Pedro Dosset Monzón un decidido protector y generoso bienhechor de los capu– chinos, que trabajó sin descanso hasta verlos establecidos en Híjar. Con su celo y entusiasmo contagió a las autoridades y vecindario, de modo que el 31 de enero de 1901, el alcalde de Híjar, don Mariano Sorribas Laborda, dirigió una carta al
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