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150 CONVENTO DE COGULLADA 3. Vida y actividades de la comunidad En este convento, el año 1654, se instaló el Noviciado, donde se formaron y profesaron en la Orden muchos de los capuchinos de esta Provincia aragone– sa.161 • Formación de los novicios La edad mínima para ingresar en el Noviciado era en los capuchinos desde 1575, de 17 años para los candidatos al sacerdocio y de 19 para los hermanos no clérigos. Hasta fines del siglo XVI hubo cierta libertad en cuanto a la sede del Noviciado, pero desde el decreto de Clemente VIII "Regularis disciplinae" (12 de marzo de 1596), debía destinarse un convento o dos en cada Provincia. El aspirante pasaba algún tiempo en el convento, vestido de seglar, asistiendo a actos, con los novicios, hasta la vestición del hábito. Desde el momento de su ingreso el joven quedaba bajo la dependencia y enseñanza del Maestro de Novi– cios, al que correspondía formarlo y animarlo en su vocación. Tenía diariamente con los novicios una platica espiritual a fin de instruirles en la fe en Jesucristo, la Regla y vida de San Francisco de Asís y las notas esenciales del carisma capuchi– no, expresado en las Constituciones de esta Orden. Pero más que instrucciones teóricas, lo importante del año del noviciado era que el joven diera un paso decisivo en su vida, dejando el mundo para entregar– se a una vida de santidad. Resultaba un año duro en que se le exigía al joven aspirante muchas horas de oración, una vida pobre y austera, con abundantes ejercicios de mortificación corporal y dominio interior de sus pasiones desorde– nadas. Uno de los más célebres Maestros de Novicios fue el P. Pedro de Aliaga. Naci– do en el pueblo de Aliaga, provincia de Teruel, a principios del siglo XVII. Este ilustre capuchino turolense resumió toda su doctrina sobre la perfección cristia– na en un precioso libro titulado: "Modo de bien obrar'~ El contenido fundamental de este libro lo podemos resumir en pocas pala– bras: La perfección consiste no en hacer muchas obras, sino en hacerlas bien. Lo importante es "obrar lo que Dios quiere y como Dios quiere". El autor insiste en esa disposición de buscar la voluntad de Dios en cada momento y estar pronto a realizarla. El principio general que hay que tener siempre presente es éste: "Obrar en amor, por amor, con amor, con unión y con deseos". 171 6. Alberto González Caballero, Los Capuchinos en la Península Ibérica", Sevilla, 1985, Pág. 43. 7. Pedro de Aliaga, Modo de bien obrar... Edición con notas del P. Juan de Guernica. Pamplona, 1932, Pág. 13-22.

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