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LOS CONVENTOS CAPUCHINOS DE ARAGÓN 149 que llegan hasta sus pies. El Niño que tiene en sus brazos está desnudo y sos– tiene sobre su mano derecha el pajarillo o "Cogullada" y en el izquierdo, la bola del mundo. La policromía está algo dañada en las aristas y partes más salientes de la imagen. El oro, sobre los que se dieron los tonos rojizos y ocres en que está basada y el azul del interior de la capa, le dan un tono de alegre luminosi– dad. En resumen, se podría decir que la imagen de Ntra. Sra. de Cogullada, a cuyos pies durante tantos años rezaron con fe y devoción los capuchinos y fieles de Zaragoza, se trata de una obra hispano-flamenca del siglo XVI, de un escultor aún apegado a la tradición gótica, aunque ya impregnada de cierto realismo. Esta devoción a la Virgen de Cogullada ha sido muy localista, ya que es difícil encontrar representaciones de ella en Aragón. En La Seo de Zaragoza, en la capi– lla de San Valero, hay una tablita dieciochesca que representa esta advocación marianai 51 • El convento capuchino La construcción del convento, en conexión directa con la iglesia, se realizó siguiendo con fidelidad las Constituciones capuchinas. Todavía se conservan las dos plantas de altura, formando un cuadrilátero, ubicado en la parte izquierda de la iglesia. El claustro es de dimensiones más bien pequeñas, pero dotado de indudable gracia y nobleza. Con el clásico enlucido de sus muros, está cubierto con bóveda de medio cañón, que pierde la monotonía al estar seccionada en tramos por arcos fajones decorados basándose en casetones lisos. El zócalo es de azulejería policroma de Manises. El patio del claustro conserva en el centro el clásico pozo de agua refrescante, que nunca solía faltar en los conven:os capu– chinos. Del claustro se accede a las diversas dependencias conventuales, que en el día de su construcción, serian semejantes a las que ya describimos sobre el conven– to capuchino de San Juan Bautista de Zaragoza. • La huerta También los capuchinos disponían de una buena huerta, regada por una ace– quia de agua abundante. En un clima de soledad y recogimiento comenzaron la vivencia del carisma capuchino una pequeña comunidad de diez religiosos, sien– do el primer presidente el P. Antonio de Monegrillo. El sello del convento, así como el titular de la iglesia, fue la Virgen de Cogullada. 5. Mª Isabel Oliván Jarque, Cogullada", folleto editado por lbercaja, e ilustrado con fotografías del actual convento e iglesia. Zaragoza, 1979, Pág. 16-22.

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