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LOS CONVENTOS CAPUCHINOS DE ARAGÓN 147 nar la obra de las dos iglesias, la casa para la Cofradía y el convento capuchino de Ntra. Sra. de Cogullada. Este maestro de obras había sido contratado por el Concejo de la ciudad en 1659 para reparar el maltrecho puente de Piedra y estaba trabajando desde fines de 1661 en el convento e iglesia de los Predicadores de San lldefonso. Al P. Basilio de Estadilla, Superior del convento de Cogullada, se le dieron amplios poderes y el encargo de vigilar las obras y orientar al maestro Felipe Busiñaque, a fin de que se cumplieran los acuerdos pactados con la Cofradía. El maestro de obras Felipe Busiñaque sería ayudado por su hermano Carlos y por el carpintero del convento, y se comprometía a acabar la iglesia de la Virgen, las sacristías, el coro y la casa de la Cofradía para el día 1 de mayo de 1663, a fin de que la imagen fuese trasladada a su capilla, y poder celebrar su fiesta el día 13 de mayo con la solemnidad habitual. También se le proporcionaron al constructor todos los materiales para reali– zar la obra: Yeso, cal, arena, piedras, ladrillos, tejas y la madera necesaria. Con el paso de los días Felipe de Busiñaque fue haciendo surgir el nuevo edi– ficio hasta lograr un notable conjunto arquitectónico de indudable interés, cuyo fin pregonaría sin cansancio la campana de la torrecilla, situada tres palmos sobre los tejados, y con cruz de hierro y veleta, coronando la altura de esta cons– trucción, exteriormente embellecida con el ornato de ladrillo. Hasta doce palmos subieron las paredes de la iglesia del convento. Felipe Busiñaque recibió por su construcción 800 libras jaquesas. Como la obra permanece en pie después de tantos siglos, aunque ha sufrido algunas transformaciones, nos vamos a detener en describirla con más detalle. • La Iglesia La iglesia es una construcción de dimensiones más bien reducidas que res– ponde a lo previsto en el contrato de 1663. Es una obra de planta y trazas típicas del periodo barroco, dentro del modo de hacer aragonés. Las puertas que dan acceso a la iglesia y al claustro están cobijadas por un gracioso porche con dos pisos de arquerías. El alfiz que enmarca los medios puntos de las puertas le dan un sabor mudejarizante, que se patentiza en la esbelta torre, construida a comienzos del siglo XX en estilo neomudéjar. Una vez dentro del recinto nos encontramos con una iglesia de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón con lunetas, dividida en seis tramos separa– dos por arcos fajones. Respondiendo a la arquitectura propia del siglo XVII y a las normas de las Constituciones capuchinas de aquella época, en el lado lateral izquierdo de la iglesia, hay tres capillas que se comunican entre sí por un corre– dor estrecho abierto en el muro y están dedicadas a San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y Santa Clara. En el lado derecho no hay capillas, sino toda una

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