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136 CONVENTO DE ALBALATE DEL ARZOBISPO co, se pensó en continuar los seis días restantes en lugar más capaz. Yen efecto, predicó desde entonces, en el balcón de la casa situada en la Plaza del Convento. Fueron tantas las personas que acudieron a escucharle que pasaron de 12.000; no sólo los de la villa, sino los de 30 pueblos que vinieron atraídos, desde más de doce leguas de distancia, por la santidad y elocuencia de tan esclarecido varón. Se llenaban los balcones, ventanas, portales, patios, tejados, habitaciones, plaza, calle de la Concepción y la salida de la carretera, hasta más allá del abreva– dero de las Pilas. Cuenta la tradición que, desde el Cabezo del Calvario y desde la hondonada del Río Martín, se oía milagrosamente su mágica palabra. En el sermón de despedida habló con verdadero entusiasmo de la Santísima Virgen de Arcos . La Cofradía le había concedido el título de Hermano Espiritual, regalándole además un precioso manto blanco de Nuestra Señora y algunas estampas de la misma ..."( 101 • 7. Capuchinos naturales de Albalate del Arzobispo Llama poderosamente la atención el gran número de vocaciones que esta villa de Albalate dio a la Orden Capuchina. En el Necrologio del padre Crispín de Riezu se hace constancia de 54 religiosos capuchinos, naturales de Albalate del Arzobispo. Algunos de ellos, ilustres misioneros y santos. Merece una especial reseña la vida del Venerable Fray Miguel de Albalate. Nacido en esta Villa, fue bautizado el 29 de diciembre del año 1645, según consta en el Libro de Bautizos, tomo II del segundo volumen, folio 19. Se le puso el nombre de Miguel, hijo de Juan Vicente y de Isabel Bernad. En plena juventud, ingresó en el noviciado del convento capuchino de Tarazana, donde tomó el hábito 7 de diciembre del año 1666, de mano de Fray Diego Rudilla. Apenas acabó sus estudios, y fue instituido sacerdote predicador, pasó a la Misión de Cumaná (Venezuela), en compañía del P. Francisco de Tauste, el año 1680. A los pocos años de duro trabajo de evangelizar a los indígenas, sufrió un martirio cruel por la causa de Cristo. Un grupo de indígenas le acribillaron con numerosas flechas, y acabaron de matarle golpeándole con las macanas, que son unos alfanjes de madera fuertes. Así murió, mártir de Cristo, digno de estar en los altares como tantos otros, el 5 de febrero de 1683. Su cuerpo fue llevado con júbilo y alegría a la ciudad de Cumanacoa, donde lo depositaron y lo guardan como un precioso tesorol 111 • 10. Vicente Bardavíu, o. c. Pág. 209-301. 11. Resumen del Libro de Registros de toma de Hábitos del Convento de Capuchinos de Taraza– na. Lo cita V. Bardavíu, o.e. en Pág. 245-249.

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