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LOS CONVENTOS CAPUCHINOS DE ARAGÓN 121 La reforma de los Capuchinos sirvió para aumentar esa espiritualidad francis– cana que sigue tan actual en nuestro tiempo con su mensaje de paz y amor. 3. Dificultades ante las guerras Las guerras que padeció la ciudad de Teruel durante varios siglos, no sólo provocaron muertes y daños materiales, sino también la destrucción de numero– sos archivos y documentos, por lo cual nos encontramos con poca información sobre este convento capuchino. Suponemos que como todos los conventos de capuchinos de aquel siglo XVII, fue construido bajo las mismas normas de los que anteriormente hemos descrito. El edificio de este convento capuchino, construido en lo que hoy se llama el Paseo del Ovalo, termina en 1808 con la guerra de la Independencia. Dice César Tomás Laguia: «Sabido es que los franceses al llegar a Teruel ocuparon las casas religiosas de varones, sus iglesias fueron profanadas convirtiéndolas en almace– nes, lugares de acuartelamiento de tropas y otros usos indignos, obligando a los religiosos a exclaustrarse, ocupando todas sus posesiones, saqueando sus bibliotecas, destruyendo obras de arte y aun demoliendo el convento e iglesia de los Capuchinos en lo que hoy es paseo del Ovalo o del Generalísimo».1 51 Los Capuchinos desaparecieron hasta que llegó una real orden, comunicada al Obispo de Teruel el 20 de mayo de 1814, mandando devolver a los religiosos sus casas y sus bienes «para atender a su subsistencia y cumplir las cargas y obli– gaciones a que están afectas". Dice Laguia que «el 7 de julio de 1815 ya ocupaban los religiosos todas sus casas de Teruel, porque en esta fecha el Vicario General, D. Juan Vicente Rubio Musoles, rogaba a los Superiores de los Conventos de la ciudad que restauraran la antigua costumbre de asistir espiritualmente a los encarcelados".1 61 4. Nueva residencia de los capuchinos en la ermita de Villavieja Al quedar completamente demolido el Convento de Capuchinos, los religio– sos se vieron obligados a buscar una nueva residencia. Según Blasco, en 1816, el Convento de Capuchinos se trasladó al barrio de Villavieja, «gracias a la piedad del Rey y la del Obispo". A las afueras de Teruel, cerca de la carretera de Zaragoza y a orillas del río Alfambra, rodeada de una preciosa vega y frondosas alamedas, estaba la ermita de Santa María de Villavieja, cuya existencia se remonta a tiempos primitivos. 5. César Tomás Laguia, Revista Teruel, nº 21, Pág. 218. 6. César Tomás Laguia, revista Teruel, nº 21, Pág. 219.
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