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Celano cuenta que dirigiéndose dos frailes cierto día a una leprosería encontraron en el camino algunas monedas. Uno de ellos las quiso rocoger, a fin de entregarlas a los enfermos. Impi– dióselo su compañero fundándose en que no debía conculcarse <{ temerario verbum Regulae >i. No convenieron a a.quel los dis– cursos del hermano, « spernit Regulam n y toma el dinero. In– mediatamente Dios l.e castigó privándole del habla. Termina el autor: (< Sic poena prodit insanum, sic ultio docet patris legibus obtemperare superbum }> ( 19 ). La prohibición a la que se refiere en este pasaje Cehmo no obligaba bajo pecado mortal; con todo, el transgresor es casti- severísimamente y el historiador usa palabras enérgicas, « inculcans temerario verbum Regulae n, « spernit Regulam », que :revisten mayor fuerza que el « impie agatur in Regulam », que poco ha comentábamos. El Anónimo Pemsino trae otro episodio más significativo todavía. Un día dejaron en la Porciúncula algunas monedas; viólas un religioso y las colocó en sitio patente. Enterado del caso san Francisco, preguntó celosamente por el atrevido y, una vez llevado a su presencia, exclamó: « Quare hoc fecisti? Nesciebas tu rne velle quod fratres non solum pecunia non utantur, sed nec tangant eam? >}.Yen penitencia ordenóle tomar en la boca el dinero y depositarlo en el estiércol (20). Por estas y otras narraciones se ve cuánto rigor empleaba el Santo con los infractores de sus leyes. No le importaba que obligasen o no gravemente. Era lo de menos. Quería ante todo la observancia de lo prometido y la donación completa en ser– vicio del Señor. Caso típico constituye el pasaje que acabamos de citar. Parangona el uso material del dinero con el civil. Esto tienen hoy prohibido los franciscanos bajo pecado mortal ; aquel, no, ni lo pudo estar en el siglo XIII. De cuanto llevamos dicho aparece clara la dificultad para la :recta interpretación de las cláusulas de las primitivas leyen– das m.inoríticas: voto de observar la Regla, juramento, obliga– ción, etc. Todas ellas débense entender en su contexto respecti– vo, enmarcado en el modo de hablar empleado por el Santo. Mas de Ia complicada cuestión de la terminología nos ocuparemos más adelante. 09) OELANO, Vita secunda, n.66, p,170s. Véase la Regla l, c.8, p.35. (20) ANONYMUS PERUSINUS, n.30, p.43. 36

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