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del · Colegio de Misioneros de Arcos excusándose y declarando que él siempre había sostenido la sentencia tradicional sobre ·las obligaciones de la Regla. Si había dado mal ejemplo, rogaba se le perdonase, pues lo que había alabado no eran tanto los folletos de Esquivel, que no los había podido leer, cuanto su eru– dición y ciencia, las cuales nadie ponía en duda. Refuta a con– tinuación las avanzadas teorias tal como las había entendido en lectura muy sumaria y termina pidiendo de nuevo dis– pensa (53). Sea por sus ideas o por otras causas, el hecho es que más tarde encontramos a Esquivel en Chile, donde acabó gloriosa– mente su existencia,. No debió trabajar poco en favor de su opi– nión, pues convenció a los superiores de la Provincia religiosa en que se encontraba, según lo patentiza irrecusablemente el acta definitorial fechada el cinco de febrero de 1820 ( 54 ). Mas no es lícito exagerar los términos de la cuestión cre– yendo que la mayor parte de la Orden era del mismo- parecer. La inmensa mayoría de las Provincias no se enteraron de estas discusiones surgidas en España y en general los religiosos de la península sigu1e:ron fielmente la sentencia tradicionaL Fué una corriente ideológica de muy escasa duración, que sucumbió muy pronto, por carecer de fundamentos sólidos e investigar los textos · contra las rectas normas de interpretación de docu– mentos. Estas han sido a través de los siglos las diversas opiniones que entorno al origen de la obligatoriedad se hnn formulado, en la mayoría de las cuales surgen más o menos patentes las intenciones y deseos del mismo Legislador. Unos los afirmarán sin mayores especificaciones. Otros los deducirán de la impor.. tancia, de la materia preoeptuada, o del tenor de Ia terminología (53) Esta carta se editó por primera vez en 1817. Siendo rarísimos los ejemplares eicistentes, Hernández la reeditó en Notas de Mbliogra.fia franciscana, en Archivo Ibero– americano 21(1924),69-76. Pam el titulo completo de la edición de 1817, véase el mismo autor, p.69 y SERAF'IN DE AUSEJO, O.F.M.CAP., Reseña bibliográfica de las obras Impresas del beato Diego José de Cádiz, Madrid 194'1, p.159, n.120. (54) En ella se determina, entre otras cosas, divulgar el libro del P .Esquive!, para lo que se enumeran varios medios; leerlo püblicamente en todos los conventos de la Provincia cuatro veces al e,ño; todos los religiosos deben rogar para que pronto se vean libres de las obligaciones en conciencia que impone la Reglá,¡ .Firman el P.Pro– vincial c~n su Definitorio. Le llaman (< Restaurador de la antigua libertad evangélica>>. El acta está editada en el mismo libro de Esquive!, p.XXXIXs. Entre los elogios que le tributaron, el de Bernardo Vera, doctor en Teología, Cánones y Leyes, expresa el sentimiento de los religiosos: Elocuente ESQUIVEL, tú has conseguido S, acudir la cadena poderosa Q ue a la. débil conciencia habla oprimido U na noche de siglos tenebross,. I ndagaste la füy ¡ paso atrevido!, V enció tu pluma la opinión odiosa, E n tal manera que cambiB,rse pudo ¡:_, a insoportable Regla en dulce nudo (ESQUIVEL, o.e., p.XLVU. 27
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