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pendeat ex intentione legislatoris, utpote a qua leges suam vim obli– gandi habeant » m. Reiffenstuel afirm~ en este pasaje que la fuerza obligatoria de las leyes y preceptos depende de la intención del prelado o legislador, y en otro ,lugar enseña que l¡is leyes humanas justas generalmente obli– gan en •conciencia de s'Uerte que su trarís·gresión en materia grave consti– tuye pecado mortal 225 • Ahora .bein; ¿quiere esto decir que el prelado o legisla"dor humano puede obligar sub mortali en materia leve o. que no puede obligar sub veniali en materia grave? Reiffenstuel, es verdad; no se plantea expHcitamente estos dos interrogantes; pero con respecto al segundo enseña claramente que, según el sentir de los d~ctores, los prelados o legi-sladores · pueden imponer sobre materia grave leyes y preceptos que obligarán soláimente sub veniali: « Dantur leges al1quae pure poenales, quae ad culpam non obligant...: q'llia lex non obligat ultra mentem legislatoris. Unde in si<mili notant Doctores... quod légis– lator circa materiam ceteroquín gravem possit obligare .solum sub ve– niali; nam actus agentium non operantur ultra eorum intentionem » 226 • Con respecto al otro interrogante, es decir, si el legislador humano puede obligaT sub mortali en materia leve, hay que advertir que el teólogo franciscano .no hace referenrcia a él en parte alguna de su Theologia moralis. Sin embargo, no se puede dudar de que su pensa– mi'ento reflejado en todo el contexto es de &anca negativa 227 • Con ello queda en daro cuál es el sentir de Reiffenstuel acerca del influjo que ej,eroen sobre la gravedad de las leyes y preceptos su propio objeto o materia y la voluntad e intención del prelado o legislador. Características muy semejantes a las que manifiesta A. Heiffenstuel en ·su exposición acerca del valor mora] de las leyes· o preceptos, pueden descubrirse en su contemporáneo }francisco H-enn.o, OFMRec. (+ 1720). 224 Ibídem, n. 32, p. 34 s. Véase también ibídem, n. 30, p. 34. 225 Ibídem, n. 20, p. 33: « Leges humanae iustae ac legitime promulgatae, non solum ecclesiasticae sed etiam civiles, regulariter loquendo obligant in conscien– tia, ita ut earum transgressio in materia grat>i sit peccatum mortale », 228 Tbídem, n. 30, p. 34. 227 Esta franca negativa se desprende sin dificultad del siguiente pasaje: « Tria insuper ad peccatum mortale requiruntur, quorum si unum desit, íam non amplius sít mortale, sed ad summum veniale. Primo... requiritur plena advertentia et deliberatio. Secundo..; requiritur perfectus consensus. Et tertio, ad peccatum mortale requiritur gravitas materiae » (lbidern? tr. 3, dist. 2, n. 8, p. 60). 71

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