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obligandi non habeat: nam si lex est vem, insta, et rationabilis, a superiore procedit, quatenus superior est, et quatenus potestatem habet, et cmn intentione obligandi. Ergo de facto obliga t. N eque ergo intellígi praeceptv.m impositum esse subditis, · et subditi obligati non esse pa– rere » 181 • Má.s aún; enseña que la existencia de la ley y su obligación, Io mismo si se tr,ata de leyes puramente penales que de leyes mera– mente morales y mixtas, dependen de la voluntad de su propio autor: « ObHgatio legis ex voluntate legislatoris est » 182 • Ahom bien; ¿depen– de también de su arbitrio lia gravedad de sus leyes y preceptos? ¿Puede el legislador obligar sub mortali en materia leve y sub veniali en ma– teria grave? Con respecto al primer punto de este interrogante Castro– pal:ao responde deddida y termi11antemente de modo negativo. Efecti– vamente; está fuera de duda que el legislador humano no puede absolutamente, por más que quiera e intente, imponer obligación grave sobre materia leve. Semejante decisión sería en realidad inicua e injusta; por ello no se .debe reconocer una tal 1autoridad en los prelados y legisladores: « Certum est nullo modc. posse legi'Slcatorem in materia levi obligationem gravem imponere quantumvis velit et intendat... Ratio est qufa talis intentio et obligatio esset iníqua et iniusta: qui,d enim magis iniquum et iniustum. quam levis pmecepti t:mnsgressioni culpam gravem et poenam aete:nam adiungere? Non igitur est conce– denda ,super.iori taHs potestas » 183 • Además, la materia grave es un elemento o requisito necesario para toda oblig,ación sub mortali 184 • Con respecto a la segunda cuestión, a saber, sobre si el prelado o legislador puede oblig,ar sub venialí en materia grave, el teólogo jesuita no se pronuncia tan decidida y terminantemente. Se adMere, es verdad, a la sentencia afirmativa; pero sin llegar a calificarla de cierta, sino de mucho más probable. Las razones principales que le mueven a adoptar esta sentencia son las siguientes: a) la obligación de cualquier ley o precepto depende de la volun1'ad del prelado o legislador, que no está obligado a descargar en sus ordenaciones !oda la fuerza de su 181 lbidem,. n. 4, p. 95. Véase también i.bidem, Is. 2, disp. 2, punct. 8, n. 6, p. 59 s. 182 Ibídem, n. 4, p. 59; n. 6, p. 50 s. Y en otro lugar: « Leges humanae pro voluntate legislatorum obligant; unde si legislator non intendit in conscientia obligare, nullam in conscienUs oblígationem inducere potest » (Ibídem, tr. 3, disp. J, punct. 14, n. 6, p. 95). 183 Ibide1n, tr. 2, disp. 2, punct. 8, n. 2, p. 59. 184 Ibídem, n. 3. 59
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