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98 - nombres de María. A saber: Estrella de los mares (C32), reina de los cielos, templo de Jesucristo, estrella matutina, señora natural, piadosa vecina, salud de alma y cuerpo (C33), vellocino de Gedeón, honda de David (C34), fuente, puerto, puerta cerrada y abierta (C35), paloma sin hiel (C36), Sión, trono de Salomón (C37), vid, almendra, granada, oli– vo, cedro, bálsamo, palma, soporte de la serpiente bíblica (C39), vara de Moisés (C40), vara de Aarón (C41). En otra ocasión nos habla de los cinco gozos de María, tópico co– rriente en la Edad Media, en los cuales se encierran cinco de los gran– des temas mesiánicos... Esos cinco gozos corresponden a las cinco llagas de Cristo; pero ellas se transformaron en gozo en el culto mariano, puesto que de aquellas heridas chorreó la sangre redentora. El simbolismo de los cin– co gozos se relaciona en Berceo con el número de los sentidos o, me– jor dicho, son su contraparte, puesto que a través de los sentidos pe– netran las tentaciones y el pecado en el hombre, mientras que los cin– co gozos son promesa de gracia y salvación.,, No es la frecuencia, sino la presencia lo que cuenta. Por lo tanto, al aceptarse el elemento quinario como base estructural de la obra, al– canzamos otra dimensión estilística en explicar su unidad arquitectó– nica, pues así viene a integrarse el cuerpo de la obra al espíritu sim– bólico de la introducción, de la cual parecía tan ajena" (21). Sin sobrevalorar el argumento de autoridad, parece que lo ante– riormente transcrito posee fuerza suficiente como para admitir la uni– dad y la trabazón interna entre la Introducción y el resto de los Mi– lagros de Nuestra Señora. Examinaremos a continuación la cantera de la que Berceo pudo extraer los materiales, animados precisamente por aquella sabia ad– vertencia de Dámaso Alonso: "Descubrir la fuente sirve, a veces, pa– ra realzar la originalidad" (22). Pero antes debemos aclarar una cuestión previa: ¿Conoció Berceo a San Bernardo de Claraval? San Bernardo, abad de Claraval, fue el hombre del siglo XII. Nacido en 1090 en la Borgoña, de noble linaje, ingresa en el Císter a edad muy temprana. Pronto destacaron las cualidades del muchacho, señalado con el dedo de Dios para grandes empresas, por lo que jo– ven todavía llega a ocupar el sillón abacial. Su celo no conoció fronteras: asiste a los concilios de Troyes, a los sínodos de Etampes y de Reims, cruza varías veces los Alpes, fun– da monasterios; doquiera surja un brote de herejía o de cisma, allí está Bernardo presto a luchar con su verbo y con su pluma en favor de la verdad y del papado. Ante el inminente peligro que amenaza a (21) GARIANO: ob. cit., págs. 181-182. (22) Dámaso ALONSO: Garcilaso y los límites de la estilística, en Poesía espa– ñola. Ensayo de métodos y límites estilísticos, Madrid, 1962, pág. 67.

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