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- 108 - párrafo al que puede perfectamente mirar Berceo: "El fruto de los arbores era dulz e sabrido, Si don Adam oviesse de tal fructo comido, De tan mala manera non serie decibido, Nin tomarien tal danno Eva ni so marido" (C 15). 6.-No sabemos de dónde sacaría nuestro poeta aquello de que "Ella es dicha fonda de David el varon, Con la qua! confondio al gigant tan fellon" (C 34cd); únicamente leemos ese apelativo en Hugo de San Caro, el "citarista de María" (57); pero el hecho de ser riguroso coetáneo de Berceo (murió en 1263) y no de sobra conocido no favorece nada para que sus obras hubieran llegado tan tempranamente a la Rioja. Quizá sea alambicar demasiado las cosas, pero permítasenos una sugerencia a título de curiosidad: el Doctor Melifluo, al hablar de San José "que era de la casa de David", lo que hace suponer que también lo era rn Virgen Santísima, repite en muy pocas líneas hasta doce veces el nom– bre de David (58), de manera que tal repetición evoca en cualquiera que esté nada más que medianamente versado en la Biblia (y sabemos que Berceo lo estaba), la imagen de David guerrero, de David rey, de David vencedor de Goliat... ; nos ha hablado también de la "mujer fuerte" que buscaba Salomón y que no era otra sino María (59). ¿Pre– tendió Berceo darnos una síntesis de ambos pasajes con el símbolo de la "honda de David", ya que San Bernardo afirma en otro lugar que "en la honda (de David) viene simbolizada la grandeza de áni– mo" (60), la fortaleza? 7.-El resto de la segunda homilía está dedicado a los des– posorios de la Virgen María con San José. De no dar por buena la su– gerencia que acabamos de formular, no encontramos en Berceo el me– nor vestigio de toda esta parte, de donde no se puede deducir que el poeta no hubiera tenido en sus manos el opúsculo de San Bernardo. Como artista que era, tenía la libertad de seleccionar los elementos que mejor cuadraban a su empeño. 8.-No terminan aquí, a nuestro parecer, los puntos de con– tacto entre el santo y el poeta. Vamos a exponer algunos, sin preten– der en modo alguno hacer un balance exhaustivo. • (57) Summa Aurea, X, pág. 1.224. (58) SAN BERNARDO: Homilías ... , 2, 16, pág. 204. (59) SAN BERNARDO: Homilías... , 2, 5, págs, 194-195. (60) SAN BERNARDO: Sermones de Tiempo, En el IV domingo después de Pen– tecostés, en Obras Completas, vol. 1, pág. 584.

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