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- 107 - "La alegoría de Berceo es exegética o auto-explicativa. La transi– ción de los signos a los símbolos, de la presentación a la interpretación, se opera en forma correspondiente; es decir, en la primera parte de la introducción se enuncian sucesivamente los siguientes elementos: ro– mería, pradera, verdura, ríos, arboleda, sombra, aves, flores, a los cua– les corresponden, en forma casi paralela, los conceptos simbolizados de vida, María, virginidad de María, evangelios, milagros, intercesión ma– riana, apologetas de María y nombres de María. El único elemento que se menciona en la lista de signos y luego no tiene correspondencia en el segundo plano, el de la alegoría expues– ta, es el 'fructo' de las arboledas. Según Berceo, si Adán hubiese comido de ese fruto, no se hubiera llevado el chasco que se llevó. ¿A qué fruto se refiere, pues, Berceo? Caben varias respuestas a tal pregunta: 1) Por ser frufo de árboles místicos tiene que participar de su misma naturaleza. Púes bien, sien– do los árboles los milagros de la Virgen, su fruto debe entenderse co– mo el resultado de tales milagros, es decir, la salvación del alma. 2) Es posible que el poeta aluda al cuerpo eucarístico de Cristo, que tiene el poder de borrar los pecados humanos, operando un efecto contrario al de la manzana podrida. 3) Cabe también la posibilidad de que el poeta aluda a la intercesión corredentora de María, la teoría· miiriana popularizada en el siglo XIII, el siglo que vio subir el nombre de Ma– ría hasta rendirle el culto de hiperdulía, compatible con su rango ce; lestia!. 4) Otra posibilidad es que se aluda a la gracia, esto es, el ele– mento santificador que es consecuencia de los milagros de María... Entiéndase el fruto de la pradera como salvación, como cuerpo euca– rístico, como intercesión corredentora, o como gracia, es cierto que desde un punto de vista estilístico el autor logra concentrar más rique– za de sentido poético en la alusión simbólica que en la distribución de dos planos correspondientes, en que el segundo sirva de explica– ción de cuanto se encierra en el primero" (SS). Otra respuesta daríamos nosotros, respuesta que nos parece mu– chísimo más obvia y que encontramos en San Bernardo, en aquel após– trofe a Adán y a Eva. Si Berceo leyó la Homilía que comentamos, no pudo menos que impresionarse ante aquel paisaje que habla de árbo– les y frutos y que tan bien encaja en la alegoría del prado. Oigamos a San Bernardo: "Alégrate, Adán, padre nuestro; y tú, Eva, madre nuestra, llénate de gozo... ¿Qué es lo que decían, Adán? 'La mujer que me diste me dio del fruto del árbol y comí'. Palabras de malicia son éstas que acre– cientan tu culpa en vez de borrarla. Sin embargo, la sabiduría ha ven– cido a la malicia, pues aunque malograste la ocasión que Dios quería darte para el perdón de tu pecado cuando te preguntaba y hacía car– go de él, ha hallado en el tesoro de su indeficiente piedad arbitrios pa– ra borrar tu culpa. Te da otra mujer por esa mujer, una prudente por esa fatua, una humilde por esa soberbia; la cual, en vez del árbol de la muerte, te dará el gusto de la vida;. en vez de aquel venenoso bo– cado de amargura, te traerá la dulzura del fruto eterno. Por tanto, mu– da las palabras de la injusta acusación en alabanzas y acción de gra– cias a Dios, y dile: Señor, la mujer que me- has dado me dio el fruto del árbol de la vida, y comí de él; y ha sido más 'dulce que la miel para mi boca, porque en él me has dado la vida" (56), (55) GARIANO: ob. cit., págs. 150-151. (56) SAN BERNARDO: Homilías... , 2, 3, págs. 193-194. l

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