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- 102 - genes con ellas, o más bien, la primera de ellas" (31) y termina con aquella bellísima página, que posteriormente se incorporó al brevia– rio romano: ·"Y el nombre de la Virgen era María. Digamos, también, acerca de este nombre, que significa estrella de la mar, y se adapta a la Vir– gen María con la mayor proporción. Se compara María oportunísima– mente a la estrella; porque, así como la estrella despide el rayo de su luz sin corrupción de sí misma, así, sin lesión suya, dio a luz la Vir– gen a su Hijo. Ni el rayo disminuye a la estrella su claridad, ni el Hi– jo a la Virgen su integridad. Ella, pues, es aquella noble estrella nací-· da de Jacob, cuyos rayos iluminan todo el orbe, cuyo esplendor brilla en las alturas y penetra los abismos... Esta misma, repito, es la escla– recida y singular estrella elevada por necesarias causas sobre este mar grande y espacioso, brillando en méritos, ilustrando en ejemplos... Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María. Si eres agitado de las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, o la ava: ricia, o el deleite carnal impele violentamente la navecilla de tu alma, llama a María... No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si ella te ampara; y así en ti mismo experimentarás con cuánta razón se dijo: Y el nombre de la Virgen era María" (32). De ambos pasajes se hace eco (?) el poeta riojano: "Las virgines siguieron la grand Madre caudal, Cantan delante della canto vien festival" (C 29cd). Y más adelante: "La bendicta Virgen es estrella clamada, Estrella de los mares, guiona deseada, Es de los marineros en las cuitas guardada, Ca quando essa veden, es la nave guiada" (C 32). "Ella es dicha puerto a qui todos corremos" (C 35c). 3.-Como acabamos de indicar, la fuente de inspiración de San Bernardo es la Sagrada Escritura, en cuyo conocimiento profundi– zó por la lectura directa de la Biblia y por el estudio asiduo de los Santos Padres que la comentaron; a la Sagrada Escritura acude para reforzar la propia argumentación y ella le presta sus imágenes, sus símbolos, sus palabras. No es el fuerte de San Bernardo una exégesis científica y trae, a veces, las citas por los cabellos; pero su respeto profundo a la palabra de Dios le impide retorcer el texto bíblico, aun– que, como habilísimo maestro, sabe darle una interpretación alegóri- ca cu~ndo no le satisface el sentido literal. .I Pues bien; después de un apóstrofe a Adán y a Eva (del que (31) SAN BERNARDO: Homilías... , 2, 1, pág. 192. (32) SAN BERNARDO: Homilías... , 2, 17, págs. 205-206,

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