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(26j P. CARMELO DE ITURGOYEN 71 el desgraciado epígrafe: Utrum si homo non peccasset... ; plan– teamiento que trasladaba un problema tan trascendental al te– rreno de la hipótesis; aún cuando todos los escritores hacían. pro– testas y se esforzaban de todas veras en mantenerse en el terreno . de la realidad. No diré que el problema mariano, el problema de la Con– cepción inmaculada, se planteara en el siglo XIII de una manera tan desgradada. Lo califico de parcial e imperfecto por lo menos. A causa de las luchas y del ardor con que se combatí.an los contendientes, concentróse la contienda sobre un punto determi– nado, punto que constituía nada más que una faceta mínima del gran misterio de la Inmaculada, punto que .se puede llamar la faceta negativa del privilegio mariano y que lo limitaba a non contraxit peccatum originale; idea a todas luces pobrísima del gran privilegio. Dejóse por tanto a un lado lo que se puede llamar la parte positiva: la gracia santificante, la grandeza y dignidad sobre toda grandeza humana y angélica,, tantas en fin prerroga– tivas, que, al decir de Pio IX en su bula Ineffabilis Deus, no pueden darse· mayores en un ser que no sea Dios (69); gracia. dignidad, grandeza, prerrogativas, de las que la exención del pecado original, el non contraxit,. no pasaba de ser una de las consecuencias o frutos. Este planteamiento negativo del problema mariano tuvo su justificación histórica. Fué producto de las circunstancias y de las condiciones en las que se desarroliaba la lucha. Se sostenía abiertamente, y, eran los más reputados teólogos los que lo ase– buraban, ser contra la fe lo que ellos, los franciscanos, tenían tan en su corazón; que la Virgen Santísima sin pecado original era algo opuesto a los dogmas de la universalidad del pecado y a la universalidad de la redención por Cristo. Afirmar la exenc10n y defender su ortodoxia fueron la tarea que se vieron forzados a aceptar los teólogos franciscanos. Este modo de plantear el problema, justificado desde el punto de vista histórico, no por, eso dejó de tener sus consecuencias fa– tales en el campo de la teología, como ·las tuvo el mal plantea– miento del problema del cristocentrismo. Retardó indefinidamente el triunfo· definitivo del Primado universal de María Santísima. (69) He aqui las aplabras del Papa en la bula lneffabilis: « Quapropter illam (Mariam) ionge ante omnes angelicos spiritus cunctosque sanctos coelestium om– nium charismatum copia de thesauro divinitatis deprompta ita mirifice (Deus) cumulavit, ut lpsa ab omni prorsus peccati labe semper libera ac tota pulchra et perfecta eam innocentiae et sanctitatis plenitudinem prae se ferret, qua maior sub Deo nullatenus intelligitur, et quam praeter Deum nemo assequi cogitando potest ». Cf. Acta Pii IX 1(1846-54), p. 597s.
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