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,(22) P. CARMELO DE ITURGOYEN .67 de que el hombre no hubiera pecado; terreno, como se ve, total– mente hipotético. No ha habido un teólogo .que se haya sustraido a esta fatalidad á pesar de todas sus protestas. . Pero no fué ésta la fatalidad .única. El mencionado epígrafe vino a completarse necesariamente con esta pregunta: ¿cual fué el motivo de la Encarnación? Pregunta lógica, pero a todas luces impropia, en cuya discusión los teólogos han perdido siglos. Puesto que nada ni nadie puede mover a Dios. Sustitúyase la palabra motivo por el de fin, razón de ser y lo que parecía un misterio se hará fácilmente comprensible. En el plan divino de la creación hay no un motivo sino un fin supremo único, el mismo Dios, su gloria y una gloria infinita. Para esa gloria infinita un realizador, un ser, quien, unido hipos– táticamente a la divinidad, pueda d?,rsela, Jesucristo, cabeza y razón de todos los seres, en qÚien, por quien y con quien toda la creación pueda tomar parte en ese concierto divino-humano. El fin por· tanto, no el motivo, de la Encarnaci9n, en cuanto que por Encarnación se entiende la existencia de un Dios huma– nado, es el ya indicado; el fin, · no el motivo, próximo de la En– carnación, en cuanto que por Encarnación se entiende su con– cepción en las purísimas entrañas de .María Santísima, su naci– miento en un establo, etc., así como, de su vida mortal toda, fué · la Redención del género humano (57). 5. - Praevisum ante et praevisum post. Un encasillado en la mente divina. Puestos ya en este terreno, a causa del mal planteamiento del problema, los teólogos .se vieron forzados a considerar el acto creador de Dios como una serie de decretos creadores de los seres todos y a ordenarlos con relación al pecado original; de ahí el praevisum aut praedestinatum ante et praevisum aut praedestinatum post. Como esos decretos chocaban abiertamente con la simplicidad de Dios, con su acto creador simplícisirno, pu– sieron grande empeño todos ellos en advertirnos que el decreto era uno y simplicísimo in se, pero virtualmente múltiple; y como el ante y el post denotaban prioridad, con el mismo empeño nos (57) Es preciso reaccionar contra este modo de concebir la existencia de Jesucristo, dél Dios humanado, como algo ordenado a la redención del género huma– no, cual si esta redención fuera su fin y su porqué; siendo en. realidad todo lo con– trario, un medio para Jesucristo. Este lenguaje no es nuevo. Ya lo utilizó S. lreneo al escribir: Cum enim praeexisteret Salvans, oportebat et quod salvaretur fieret, üt non vacuum sit Salvans. Cf. Co?J,tra haereses; PG 7, co!.1800.

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