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Repertorio inicial de nuestros orfeones y sociedades corales SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 1ª ETAPA Analizamos ahora la segunda mitad del Siglo XIX, en la que pode--nos distinguir dos eta– pas diferentes. En la primera surjen por doquier pequeñas agrupaciones vocales, pertene– cientes a Sociedades lúdicas, que adoptan el nombre de Orfeones y que constituyen el pre– ámbulo de los futuros y grandes Orfeones, que nacen en la segunda etapa. Nosotros nos ocuparemos de los Orfeones y Sociedades Corales de las capitales del País Vasco, que son los que nos ofrecen documentación más completa y fiable. No lo hare– mos con los Orfeones de las localidades provinciales. BILBAO. El dato más antiguo de esta primera etapa lo encontramos en Bilbao, donde en 1862 un grupo de jóvenes distinguidos, unos 16, deciden reunirse durante la Cuaresma para promocionar la música orfeónica, desconocida y poco apreciada por las gentes. Era su di– rector Eduardo Achútegui. Llegada la Pascua, optaron por darse a conocer, obsequiando con una serenata al al– calde de la ciudad, Eduardo Victoria de Lecea. La iniciativa les llenó de satisfacción y ánimos para continuar los ensayos y conseguir aumentar el número de cantores. Es ahora cuando disponemos de algunos detalles del repertorio de este primer Orfeón de Bilbao. "Al Canto a Teresa, compuesto expresamente para nosotros por el notable Maestro bilbaíno Avelino Aguirre, siguió El Amanecer y el motete Bone Pastor del ilustre Eslava, va– rias melodías alemanas, cantos populares, etc... Aquel mismo año cantó el pujante cuerpo coral en la solemr:e función que las Hi1as de María celebraban en San Nicolás, varios himnos y motetes, que sorprendieron por la nove– dad y por el armónico, severo y pastoso conjunto que resultaba de las voces solas" 12 Si nos fijamos en la expresión " .. varias melodías alemanas, cantos populares, etc... ", podemos sospechar que alguna melodía alemana pudo adquirir con el tiempo la naturaleza de melodía popular vasca, fenómeno que se repite en la transmisión del folklore de un país a otro. Los cantos populares eran coplas típicas bilbaínas, que se entonaban con la melodía popular ay, ay, ay, mutillac, aunque con texto castellano., excepto el estribillo final. A pesar de este entusiasmo inicial, la agrupación no conoció una larga duración, pues– to que se extinguió en 1868. Pero sí quedó prendida en algunos de sus componentes una afi– ción profunda. "Con los restos de aquel Orfeón y otros elementos que cor:siguieron reunir, organiza– ron los laboriosos profesores de piano Calvo y Diego el Orfeón de obreros, que dio varios conciertos memorables, pasando su larga vida entre mil vicisitudes, incluso la malhadada guerra civil" 13 El Orfeón Santa Cecilia, creado por Enrique Diego en 1869, inic ó su actividad, cantan– do el Jueves Santo de ese año en la iglesia de San Nicolás Bone Pastor, de Osear Camps y Soler; Christus factus est, de Avelino Aguirre; Mandatum novum, de Enrique Diego. 12. NAGORE FERRER, María, o. c. pág. 145 13. LA SOCIEDAD CORAL DE BILBAO, Diputación Foral de Bizkaia, 1986, obra esc•ita en equipo, pág. 33. Musiker. 12, 2000, 77-99 85

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