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Ansorena, José Luis ¡Cuántas comedias, cuántos dramas, cuántos conciertos y ensayos de comparsas, mascaradas y bailes públicos se dieron allí, animando el tenebroso locall" 8 Francisco Gaskue nos suministra además importante información sobre la Sociedad Fi– larmónica de San Sebastián, que como mínimo funcionó de 1840 a 1846. Los conciertos eran vocales e instrumentales y los programas estaban al día, de tal forma que el 3 de julio de 1845 se interpretó el Stabat Mater de Rossini. Todos los músicos, incluídos los que formaban el coro, eran personas distinguidas donostiarras. Por eso Francisco Gaskue exclama: "¡Cualquiera intenta hoy hacer cantar y tocar en público, aun cuando sea para un fin be– néfico, á nuestros aficionados de cierto rango/" 9 He aquí las obras corales programadas en los conciertos de la Sociedad Filarmónica de San Sebastián Coro del tercer acto del Bravo (Mercadante) Zorzico (Anónimo) Coro del tercer acto de Moisés (Rossini) Aria de bajo con coros de Semiramide (Rossini) Plegaria del Moisés (Rossini) Coro final del cuarto acto de Nabucodonosor (Verdi) Himno a los regios enlaces (Santesteban) La actividad coral, que hemos contemplado en las Comparsas y otros actos civiles pú– blicos, impulsó a José Juan Santesteban a constituir en 1865 de forma estable un grupo de cantores, que adoptó el nombre de Orfeón Easonense. Aquí tenemos el primer Orfeón gui– puzcoano, del que nos ocuparemos más adelante. BILBAO. La música civil en el Bilbao del siglo XIX está promovida y fundamentada en la Sociedad Filarmónica, de la que conocemos tres etapas históricas. La primera está ilustrada por el protagonismo histórico de Juan Crisóstomo de Arriaga, que ya desde 1817 dejó su huella en la actividad musical, fundamentalmente instrumental. No se conocen actuaciones corales. Sin embargo Arriaga compuso en 1822, antes de irse a París, un Stabat Mater para tres voces de hombre y pequeña orquesta. Sabido es que en los templos existía el cultivo de la polifonía, a través de la música religiosa. Popularmente en Bilbao se acostumbraba la interpretación de Himnos, cantados por se– ñoritas y caballeros aficionados a la música, en acontecimientos de signo político. Así fue con música de Ramón Carnicer el dedicado a Fernando VII en la visita que hizo a Bilbao con su esposa Doña Amalia en junio de 1828: Justo Fernando, Amalia virtuosa, de Vizcaya legítimos señores, dejaos ver, como después de una noche tormentosa sereno día en plácidos albores suele nacer1D. 8. GASKUE, Francisco Recuerdos agradables en "Euskalerriaren Alde, año 1, nº 11,341" (reimpr. La Gran Enci– clopedia Vasca, !;lilbao 1974). 9. Ibídem, nº ~, 363. 10. NAGORE FERRER, María, o. c. pág. 136 82 Musiker. 12, 2000, 77-99

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