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Repertorio inicial de nuestros orfeones y sociedades corales Los organizadores de los concursos en el País Vasco contaron desde el primer momen– to con personal experimentado en los concursos franceses. Así fueron desfilando por nuestros concursos, como miembros del jurado, profesores y compositores entonces de moda, como Barthe, Lory, Gésus, Fléche, Roig, Laborde, Masson, de la Tombelle, etc... y sobre todos ellos Fran9ois Anatole Laurent de Rillé (Orléans 1828- 1915), que llegó a componer un pasodoble para Banda, titulado San Sebastián, como ho– menaje a la ciudad que tantas veces le acogió. Su presencia era imprescindible en los concursos de orfeones. Siempre presidía él los jurados. Se llegó a llamarle padre de los Orfeones y éstos le consideraban su maestro ge– nuino y su más autorizado consultor. Esto hizo que sus obras se interpretasen en concursos y fuera de ellos con más prodi– galidad que las de ningún otro compositor, incluídos los del país. Así se entiende que en el repertorio de la Sociedad Coral hubiese una amplia lista de sus obras, frecuentemente interpretadas: La retreta (1887), La fiesta de San Huberto (1888), Las doce (1889), Misa a voces so– las (1990), El vals de los sueños - Escenas tártaras (1891 ), Concordia (1895), Los fumado– res de opio (1897), O salutaris (1901), Te Deum (1902). En 1889 se produce el cambio de director: Aureliano Valle (Bilbao 1846-1918) sucede a Cleto Zabala. Continuó asistiendo la Sociedad Coral a distintos concursos, como el de San Sebastián (1890), en el que la obra obligada era Ocean (Sourilas); el de San Juan de Luz (1891), don– de estrenó Los hebreos cautivos (Paillard), Madrid(1892) con la interpretación de El carnaval de Roma (AThomas), Biarritz (1893) con las obras obligadas Los filibusteros (Rougnon) y No– che de Oriente (Chabeaux), etc. En 1905 la participación en el Concurso de Verviers con resulta=lo adverso provocó en la Sociedad Coral la decisión de no volver a más concursos, decisión que fue bien acogida por el director Aureliano Valle, que deseaba dar a la agrupación coral otra orientación. En 1891 había hecho la presentación del Coro de señoritas y en 1893 el Coro de niños, aun cuando a éstos ya antes los había hecho actuar. Era lógico que el repertorio cambiase, por la naturaleza de estos intérpretes. Ya en 1887 el Stabat Mater de Nicolás Ledesma con el coro de niños. Y puede decirse que desde 1894 se multiplican las actuaciones con obras a voces mixtas en ocasiones con orquesta: Canto de los espíritus sobre las aguas (F. Schubert), Misa de Requiem (Felipe Gorriti), Misa (Grisy)... Pero más claramente a partir de 1906 la So– ciedad Coral de Bilbao se constituye en agrupación de voces mixtas por la absorción del coro de señoritas, aunque ocasionalmente el Orfeón de hombres siguiese aprovechando el viejo repertorio del pasado. Ahora sí se programan partituras sinfónico-corales universales, aunque sean selecciones. Así La damnation de Faust de H. Berlioz, Un Requiem alemán de J. Brahms, Fausto de R. Schumann, Les Béatitudes de C. Franck, etc. Además y previamente Aureliano Valle se había empeñado en ampliar el fondo de músi– ca vasca con Boga, boga (Anónimo), Goizeko izarra (Anónimo), Brindis de Vizcaytic-Bizkaira (R. M§ Azkue), Lo, lo, Ezpatadantza, Mariya, Nora zoaz, artzaina? Ondarrabia chiquia (todas de Aureliano Valle), Ai ori begui ederra (Anónimo), Nere maiteari (Anónimo), Agur Euska/ Erriari (lparragirre), Arrantzalia (R. Mª Azkue), Mertzikaren !aria (Anónimo), Nora soaz, llluna– barra, ltsasoa, Neure andria, Orra or goiko (todas de Santos lnchausti), Juana Vishenta O/a– ve (R. Sarriegui)... Musiker. 12, 2000, 77-99 89

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