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Ansorena, José Luis El día de Santa Cecilia del mismo año este Orfeón cantó una misa compuesta por varios profesores y aficionados de la localidad: Kyrie, de Soledad Bengoechea; Gloria, de Cándido Aguayo; Credo, de Enrique Diego; Sanctus, de P. Calvo; Agnus Dei, de Osear Camps y So– ler. Tras algunas actuaciones en actos benéficos, cantando obras de Kücken y zortzikos a voces solas, este Orfeón se disolvió en 1878. SAN SEBASTIÁN. En 1865 surge en esta capital el Orfeón Easonense, fundado por José Juan Santesteban, con el objetivo de propagar la música vocal. "El orfeón Easonense prestó inapreciables servicios y tuvo brillante carrera; fue la base de todas las sociedades corales que se fundaron más tarde e hicieron a San Sebas– tián una verdadera especialidad en el género. .. " 14 "Esta brillante Sociedad coral se formó de lo más selecto de la juventud donostiarra, que envió algunos elementos de su seno a crear orfeones en Valladolid, Vitoria y otros pun– tos, y realizó además la obra magna de popularizar las tiernas y originalísimas melodías bascongadas reducidas a cuarteto de hombre. Hoy cuenta en su repertorio más de noven– ta coros traducidos al bascuence y al castellano, del italiano, sueco, alemán y francés" 15 José Juan Santesteban era no solo el fundador del Orfeón Easonense, sino también su director, animador y autor de las obras de su repertorio. "En el género popular escribió una multitud de zortzicos y canciones de toda especie, pasa-calles, himnos y piezas de baile que rebosan gracia y despiden aromas de poesía pri– mitiva encantadores. "16 Por todo lo dicho hasta aquí, queda claro que José Juan Santesteban fue el compositor guipuzcoano que más contribuyó a la creación del repertorio orfeónico en los orígenes de este movimiento en San Sebastián y alrededores. Con todo hasta nosotros ha llegado su amplia producción de música religiosa, además de las Comparsas de Carnavales y los Himnos antes citados, pero de su música profana para voces solas únicamente se conoce Nere maitiarentzat (Ume eder bat), iBiba Donostiya! (de– dicado a los remeros donostiarras) y Goizeko izarra, armonización de la melodía francesa Vertes montagnes (Le départ), también atribuída a otros compositores. José Antonio Santesteban, hijo de José Juan, continuó algunos años más tarde que su padre, componiendo obras para voces solas. Así el zortziko Hernaniri, Nere andrea (Ezkon– gaietan), Mariya, nora suaz... También tuvo éxito temporal Erromarena omenac mundua o Coro de peregrinos, nº 1 de su ópera Pudente. Raimundo Sarriegui, discípulo de José Juan Santesteban, legó al mundo orfeónico por estos mismos años obras, como Festara, Beti maite, lllunabarra, Juana Vishenta O/ave, Asto kontuak, O Euskal-Erri maitea... Añadamos que en el Reglamento de la Academia de Música Municipal Donostiarra (1879) había una cláusula que imponía al director la obligación de coleccionar aires vascon– gados, arreglándolos para cuarteto de voces solas. 14. PEÑA YGOÑI, Antonio: La Ópera Española, Madrid, 1881, 645. 15. BAGÜÉS, Jon: o. c. pág. 186. 16. PEÑA YGOÑI, Antonio, o.e. pág. 644. 86 Musiker. 12, 2000, 77-99

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