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debería reservarse el derecho de aceptación de las obras de li– bre elección, que son las que dan categoría al concurso y las que hablan del nivel de inquietud de los coros. Tengo entendido que el certamen tiene como objeto artístico la. pro– moción de los coros y de la canción vasca. Con la participación de gran número de coros, y suponiendo que rayen a gran altura estética, se cum– ple la primera parte del objetivo indicado, pero no la segunda, que está necesitada de un mayor rigor, para que de verdad podamos decir que el concurso de Tolosa, está promocionando la canción vi:isca. Hemos visto ser galardonados con premios agrupaciones que ha pre– sentado canciones tamentables, lo que demuestra una falta de inquietud, una •apatía por colaborar en la crítica situación de la canción vasca. Si el concurso sigue en la misma línea, seguiremos nosotros defendien– do que es refugio de los que quieren seguir viviendo a espaldi:tS de una triste reaUdad. Por lo demás, quede claro que el Certamen es algo importante e im– prescindible en nuestro mundo coral, aun siendo como hasta ahora. Pero prefiero destacar que es un instrumento insuperable para remediar mu– chos males. Todo depende de su manejo. Punto final A la hora de buscar un cimiento teórico para estas reflexiones, debe– ríamos ahondar en el concepto de nacionalismo. Para unos es "el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos". A mí me convence más como "el deber de los pueblos de seguir siendo ellos mismos". Esta idea de obliga– ción es la que me ha impedido a escribir estos artículos con la ilusión de despertar conciencias dormidas y hacer ver que a todos los involucrados en la música, intérpretes, compositores, críticos y aficionados, nos compe– te la responsabilidad de seguir siendo nosotros mismos. Para ello no es bueno pararnos a mirar lo que fuimos, creyendo que con ello hemos labra– do nuestro futuro. El único camino es tratar de ser fieles i.l tiempo en que estamos viviendo, poniendo en este empefio todos nuestros arrestos. Es– to sí es construir, reconstruir y continuar lo vasco. Ser nosotros mismos, ¡ay!, suficie-nte tema para meditaciones, discu– siones, autoexigencias, intranquilidades, etc. Ser nosotros mismos se me queda clavado obsesivamente con la imperiosidad de rumiarlo insistente– mente. Pongamos de fondo las palabras de profeta que Jorge de Oteiza dijo en su día: "Los vacos no sabemos lo que pasa en el mundo... Pasará un milagro el día en que el p,ueblo vasco se entere de lo que pasa y de lo que se trata. Este es un país intacto. No es un país que ha. vivido. Ha. du– rado... Algo extraordinario puede suceder aquí. Se va a encender algo grande el dí:a. en que este país se entere. Nuestro pueblo es el más dócil de todos. Este es un país intacto. Es un país que se va a encender... " -15-
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