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La naturaleza. de la. música electrónica, serial, aleatoria. (alea.= azar}, en la que se éreluye (?} la. inspiración;· la postergación de lo coral, sobre todo "a. ca.pella"; el trato que se da a la. voz humana; las dificul– tades de las nuevas composiciones; la exigencia de estar presente el com– positor en el montaje. de cada obra, etcétera, son motivos que hacen es– tremecerse a las plantillas de nuestros coros. Las posibilidades de nues– tros cantores aficionados se sienten reducidas y condena.das a mirar siem- pre al pasado. ¿Habremos tocado techo? · También conviene sefialar el enfrentamiento que se está produciendo entre intérpretes, críticos y compositores de uno y otro estilo. Y decimos que conviene sefialar, porque la división nunca es buena. El enfrentamien– to es unas veces teórico o literario, otras real y aún personal, poco elegan– te; que está rubricando la expresión "donde hay músicos, no ha.y armonía". Cuando la fraternidad musical se resquebraja, tendremos que empezar por recordar a todos que en este mundo hay sitio para todos. Pedimos, pues, a todos que trabajen cada uno en su dip:ección, admitiendo siempre unos encuentros comunes. Estoy seguro de que nos beneficiaríamos todos. También soy consciente de que un eX:agerado y bondadoso "laisser fai– re" puede producir una derivación o desorientación de difícil remedio en detrimento particlllarmente de lo coral. Esto me impulsó a trazar un es– quema de prtncipios que, en mi opinión deben ser tenidos en cuenta por los compositores de hoy: 1. 0 No hay instrumento musical que pueda superar ni equipararse a la v&Z humana. Con tal, no debe quedar relegada a un segundo término. 2. 0 La voz humana posee todavía posibilidades insospechadas, que es– tán por explorar. Pero las nuevas experiencias deben servir para ensan– char su campo de acción, no para estrecharlo o rebajar la voz a inferior categoría o alcanzar -0on ella la imitación de sonidos de menos valor. 3. 0 Los compositores deben escribir para profesionales y para aficiona– dos, conociendo las posibilidades de estos últimos. Los coros aficionados son en el País Vasco un símbolo nobilísimo de la raza. Ellos dieron nom– bre y prestigio a los compositores. Que los compositores se olviden de ellos sería un pecado, aunque sea por estar en primera línea e impulsados por la voz de la sangre. El CIT de Tolosa se ha lanzado a la organización del Certamen de la Canción Vasca para coros. Lo hace pensando en promocionar el turismo en Tolosa (que es lo suyo} y en se,:vir a la música coral vasca. Esto último es algo muy serio. Y puesto que tratamos de hacer ver que nos hallamos en un momento crucial, lógico es que recordemos a los organizadores tolo– sanos, no solamente los plácemes de su iniciativa, sino también la res– ponsabilidad que han adquirido. No tratamos de intimidar a nadie. Es la. misma recomendación que se hace a quien jura fidelidad a un cargo. El concurso de Tolosa es el principal certamen del País Vasco. Cada afio va introduciendo notables enmiendas, que nos lo muestran en período de rodaje. Todavía está por definirse si se convierte en faro luminoso que ilumine nuestra tiniebla o en amparo de una etapa musical caduca, que se debate por subsistir, siquiera. sa. en casa. Las bases del IV Certamen (1972) más bien se acercan a lo segundo. La gran novedad de este afio, concurso de composición, dispone de un articu– lo, el quinto, que puede ser un frenazo. La organización del Certamen, que se reserva el derecho de limitar el número de competidores,
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