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El « tractatus de práeceptis » 185 meterse a observarla, ya que casi nadie podría hacerlo. Sólo obligan los preceptos, las prescripciones que equivalen .a preceptos y lás que tienen fuerza de preceptos. Observamos correctamente la regla, si lo hacemos según las intenciones del seráfico padre, que se expresa en ella de diversos modos. En concreto éstos son siete. En ellos se contiene toda la forma de vida franciscana. Primeramente se encuentran los verdaderos preceptos, llamados expresos, eminentes o formales. Son ocho. Su observancia es nece– saria, y su transgresión, pecado grave. Además existe un precepto general: vivir en obediencia, sin propio y en castidad. En segundo lugar existen otras disposiciones que non son formal– mente preceptos; pero que equivalen a ellos, pues sólo la termino– logía empleada no es fuente de obligaciones; de lo contrario se anu– laría casi por entero status vel voti necessitas. Son doce, enumerados por Clemente V en la decretal Exivi de paradiso. Su violación consti– tuye, sine dubio, pecado mortal. En tercer lugar existen determinaciones que no son preceptos ni equivalen a ellos, pero contienen su fuerza. Los religiosos deben obser– varlas; pues su transgresión implica pecado mortal. Son siete. Se encuentran en la regla, además, paternales recomendaciones que, ni son preceptos, ni obligan bajo pecado mortal; son simples exhortaciones para practicar el bien. San Francisco desea que se las tenga en gran estima y, en cuanto se pueda, sean llevadas a la práctica: ennoblecen no sólo a los religiosos, sino también a los simples fieles, Son doce. En quinto lugar, la norma de vida minorítica contiene otras recomendaciones, con la finalidad de que los frailes menores eviten el mal. Son seis. Existen también en la regla algunas libertades, que, por ello, a nadie obligan, antes bien se deja a la libre voluntad de cada religioso el llevarlas a la práctica. Son seis. Finalmente se proponen ciertas condiciones, que deben cumplir sólo, ya los aspirantes a la fraternidad, ya los superiores que los reciben. Son doce, divididas en dos categorías, según vayan destinadas al· primero o al segundo grupo, Pueden leerse todas en el capítulo segundo de la regla. El tratadito termina con un epílogo. En él se advierte que la prime– ra frase de la norma de vida (Regula et vita...) 16 no es precepto ni 16 Véase el texto correspondiente a la nota 8.

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