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398 Elizondo Otra es nuestra intención. No pretendemos enumerar las edi– ciones de la regla, sino proponer sólo aquéllas en las que se encuen– tra el sumario de la misma, que resume para los religiosos su contenido substancial, les recuerda las principales obligaciones, les hace vivir su espiritualidad y les incita a su más fiel observancia. Una advertencia preliminar. No pocas veces: 1) el contenido de la regla queda encuadrado en ocho apartados, los siete propuestos por el ministro general Gonzalo, más el último, consecuencia del desdoblamiento del séptimo de este autor y siguiendo sus insinua– ciones 53 ; 2) los preceptos expresos son nueve, esto es, los ocho de Gonzalo, más otro, que, o se refiere al cumplimiento de los tres consejos evangélicos, o a la obediencia a san Francisco y a sus sucesores 54 ; 3) los preceptos expresos se dividen en praecepta (siete) e inhibitoria (dos), correspondiendo substancialmente a la doctrina de Antonio de Córdoba 00 ; 4) el número de preceptos equi– polentes varía bastante, siendo fundamentalmente idéntico su con– tenido; 5) los preceptos virtuales son siete, seis o cuatro 56 ; 6) las exhortaciones para ,obrar el bien son doce (con Gonzalo) u once (con Antonio), y las amonestaciones para evitar el mal son seis o cinco {se suprime la primera) 57 • Por otra parte, las seis libertades quedan como número invariable. Y los que hablan de condiciones que deben cumplir los que reciben a la orden (seis) y los que pretenden ingresar en ella (seis), se refieren a las ya conocidas de Gonzalo, pues Antonio de Córdoba las silencia. Pasamos ya a enumerar las ediciones de la regla publicadas por capuchinos o bajo su influjo; pero sólo aquellas en las que hemos encontrado el sumario de la misma. Nuestro deseo hubiera sido llegar al elenco completo y consultarlas directamente. Tarea imposible. No hemos ahorrado, con todo, esfuerzos en la búsqueda por bibliotecas de diversos países. Desgraciadamente citamos muy pocas pertenecientes al siglo XVI; todas, en sus postrimerías. De no advertir lo contrario, las hemos estudiado personalmente. En alguna rara ocasión mencionamos ediciones que probablemente contienen el sumario. Cuando, al reseñar no pocas ediciones, advertí- 53 Véase el Sumario I en la cuarta parte de nuestro estudio. 54 Véanse los Sumarios I y 111. 55 Véase el Sumario 11. 56 Véanse los Sumarios I, 11, 111 y IV. 57 Véanse los Sumarios I, 111 y IV.

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