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OBLIGATORIEDAD DE LAS REGLAS EN LOS ,SIGLOS XII Y XIII ser dispensada, éomo · de hecho la dispensó el mismo San Benito des– pués de redactar la Regla y síguenla de continuo dispensando los Aba– des, a fin de que los pionjes se trasladen no sólo de monasterio a mo- nasterio, sino d~ religión a religión. • Podría objetársele que el Fundador prdhibió el cambio de monasterío sin permiso del siu,perior. Es absurda, para él, esta interpretación, ya .que en tales casos no podría hablarse de dispensa, sino de incumplimiento de la ley. Pero, aun concediendo que los tres votos constituyan la esencia de la profesión, no por sustraerse al beneficio de la relajación, antes bien por haberse comprometido únicamente ellos en la profesión, ¿cuál es el valor que se les debe dar? Porque los tres, y no únicamente el de obediencia, se prometen según !a Regla de San Benito. De estar en la verdad los defen– sores de la opinión contraria, só:o en la obediencia se distinguiría un canónigo de San Agustín de un benedictino, pues los otros dos e'.emen– tos esenciales (la estabilidad y la conversión de costumbres) serían idén- ticos. ' Las cuaL:drades que exige San Benito en la obediencia son las mismas ,que debió prescribir San Agustín a sus religiosos, las mismas que deben adornar la obediencia del clérigo para con el Obispo, del Obispo respec– to del Arzobispo y de éste para con el Papa_ Si la obediencia de un benedictino se diversifica de otros que no lo ·son por ,el acatamiento a los preceptos de la Riegla, hay que preguntarse <le qué clase de preceptos se trata. Cuanto ella dice de la caridad, humil– ,<lad y restantes virtudes, no es propio :suyo, pues no sólo el canónigo, todo cristiano debe pos,eerlas tal como quiso Cristo. La diversidad de preceptos en las diferentes legislaciones monásticas la constituyen $ÍC w,e,sci sic indui sic legere sic spallere sic corripere ,clt, conipi et cetera h~iusmod'i quae in di'Versis Regufü divása inveniuntur (15). Por consigui.ente, sí La, obediencia, según la Regla de San Benito, pertenece a la sustancia de la profesión, consintiendo aquella en el cum– plimiento de lo que ordenan las leyes, no puede afirmarse que observa la esencia de la profesión quien descuida estos preceptos. Admiiendo que lo específico de la Regla Bened:ctina no está consti– tuido por la obediencia, sino por la conversio morum, se obtiene la mis– ma consecuencia. Para ser Propia de los seguidores del gran Patriarca de Occidente, debe concretizarse según la legislación del Fundador, y tal concretización no se encuentra en las virtudes, comunes a todas ias re- {15) lbtcl., eOI), OH. 7

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