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266 Elizondo Juzgamos, pues, que las constituciones de 1536 y 1552, al aceptar las exposiciones de los romanos pontífices, formulan sólo un programa de principio: su sumisión general a la suprema autoridad de la Iglesia y a sus decisiones más o menos impositivas; sin que con ello acepten para su forma de vida cuanto ella permita. En tal línea, aunque con una más amplia ciudadanía, hay que colocar las decreta– les Exiit qui seminat y Exivi de paradiso, que, dentro de la orden capuchina, han obtenido siempre la misma alta resonancia que en las otras ramas franciscanas. 4.b. Además de los comentarios oficiales de la santa sede, las constituciones de 1536 admiten, como explanación de la regla, la vida, doctrina y ejemplos de san Francisco. Los capuchinos han in– sistido en ello a través de los siglos: el comentario práctico de la norma de vida franciscana no lo canaliza únicamente la regla escrita; la vida, los ejemplos y las enseñanzas del fundador deben impulsar el espíritu de los religiosos. Por eso advierten: « Imo perche in tanto siamo figli del seraphyco Padre, in quanto imitiamo la vita et doctrina sua, unde il nostro Salvatore a li Hebrei disse: Se sete figlioli di Abraham, fate le opere di Abraham; cosi se siamo figlioli di san Francesco, faciamo le opere de san Francesco. Perho si ordina che ogniuno si sforzi imitar questo nostro Padre, dato a noi per regula, norma et exemplo, imo il nostro Signore Iesu Christo in lui, non solo ne la Regula, et Testa– mento, imo in tutte le sue infocate parolle et amorose opere; perho se legano spesso la sua vita et de li suoi compagni » (n. 6 p. 29). 4.c. Dentro de este contexto, la legislación da importancia pri– mordial, entre la doctrina general del fundador, a la expuesta en su testamento. Este pequeño y vital escrito revistió categoría excep– cional ya desde los mismos orígenes de la reforma, como modo pecu– liar de entender la regla franciscana. Regla y testamento deben for– mar una sola entidad en la vida cotidiana de los religiosos, supuesto que éste constituye la mejor interpretación de aquélla. Dice el texto: « Et acio che come veri et legitimi figlioli di Christo, nostro Padre et Signore, parturiti iterum da lui in san Francesco, siamo participi de la sua heredita, si ordina che da tutti si observi el Testamento del Padre nostro san Francesco, da epso ordinato, quando proximo a morte, et de le sacre Stigmate insignito, pien di fervore et Spirito Sancto sommamente anhelava la salute nostra;
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