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Bibliografía Navarra Adiciones al Ensayo de bibliografía navarra FRANCISCO JAVIER CABODEVILLA H ace unos años publiqué en esta revista (PRINCIPE DE VIANA, números 154-155 [1979] 267-325) una relación de libros que no figuran en el Ensayo de bibliografía navarra del padre Antonio Pérez Goyena. En modo alguno pretendía con ello rectificar o poner de manifiesto fallos en la meritísima obra del ilustre jesuita. Un trabajo de este género difícilmente puede salir perfecto a la primera por más empeño;, que en él se pongan. Así ocurrió con el citado ensayo bibliográfico. No era -no podía ser- cerrado y exhaustivo. Restaban libros por registrar, y con esa intención apo:-té unos cuantos títulos en 1979. Guiado por ese mismo deseo de e:1riquecer la bibliografía de la imprenta navarra, continué mis indagaciones que han culminado en nuevos hallazgos de impresos no recogidos en ningún repertorio bibliográfico. El P. Goyena, con tesonero esfuerzo, construyó el edificio informativo de la obra editorial de nuestro viejo Reino. A nosotros nos cumple ahora ir aportando nuevos· elementos para adornarlo y perfec– cionarlo hasta donde sea posible. Como advertirá el lector, una parte de los libros que anoto pertenecen al Colegio de Lecároz. Otros han sido examinados en diversas bibliotecas, a las que en mi afán de curioso aficionado he podido acceder. No ha sido poco lo conseguido. Pero creo que quedan muchos afanes posibles en la rebusca por anaqueles, legajos, carpetas y hasta alacenas familiares. Porque estoy seguro de que es aún nutrido el lote de títulos ignorados, es decir, no catalogados en recensiones bibliográficas. Por otra parte conviene recordar que en el siglo XVIII estuvo de moda la publicación de cierto tipo de impreso;,, que hoy calificaríamos de caprichosos, pero que en su época no fueron tales, dada su razón de ser. Me refiero a los denominados «ejecutoriales» o cartas ejecutorias de hidalguía, con los que las familias más o menos linajudas probaban el derecho a utilizar el escudo de armas de su apellido. Estos ejecutoriales responden a una época y son representativos de una sociedad que alardeaba de hidalguías, armas, timbres y blasones. Lamentablemente muchos de estos impresos son desconocidos de los bibliófilos, porque se hacía de ellos una tirada muy limitada para las familias interesadas, cuyos descendientes los guardan celosamente. No estaría mal que un día pudiera hacerse una cumplida relación de estos ejecutoriales. Sería cosa en extremo curiosa. Nata interesante, sin llesar a específica, de la imprenta en Navarra fue la publicación de esos libritos piadosos, conocidos genéricamente con el nombre de «novenas». Son, efectivamente, cortos en páginas, de aspecto humilde, pero muy estimables sociológicamente porque son exponente de una forma de piedad muy arraigada en el pueblo. Novenas y devxionarios fueron, hasta poco antes del Conci– lio Vaticano II, abundantísimos en sacristías y hogares cristianos. Esta forma de piedad nada dice a las nuevas generaciones. Tal vez por ello, o porque su aspecto y presentación eran poco atractivos, o porque el uso los fue gastando implacablemente hasta hacerlos inservibles, o porque un afán siniestro de aventar cuanto oliera a rancio penetró en las sacristías ... , el hecho es que estos libritos y folletos no han sido valorados y estimados convenientemente y lian acabado por [1] 973
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