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14 ha surgido después de que ellos, en sus co– rrerías por la selva, a grandes distancias de la ribera de los grandes ríos, donde única– mente tienen establecidas sus viviendas, se han alimentado de camarones y patas de cangrejos que gustan comer crudos. Es evidente que en estos parajes, los reservo– ríos son un conjunto de animales silvestres que tienen su territorio biológico en íntima relación con las quebradas donde viven crustáceos y moluscos. 3. Tampoco hemos podido presumir y menos comprobar la trasmisión de la enfer– medad por vías ajenas a la alteración de costumbres nutricionales, como se ha podi– do concretar en otros países, donde a través de manipulaciones con jugos de crustáceos o en la preparación de cebiches, ciertos alimentos quedan contaminados de meta– cercarias y se convierten así en vías de in– greso del parásito (59). Hasta el momento actual, si bien com– probamos diariamente la existencia de va– rias especies de moluscos y crustáceos de agua dulce en nuestro medio y una serie larga de animales silvestres que se alimentan de los mismos, no hemos podido realizar estudios sobre la confirmación de las diver– sas etapas larvarias del Paragonimus en es– tos supuestos huéspedes intermediarios, ni hemos descubierto reservorios confirmados del estadio adulto del mismo. Queda por tanto una tarea interesante de investigación sobre este enfermar tropical, enraizado en el Nororiente ecuatoriano.
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