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por carecer en un primer momento de tra– tamiento con Bitín, ensayamos la Emetina y la Cloroquina, con resultados negativos. El Bitín ha sido soportado sin inconve– nientes por los pacientes, salvo en el prime– ro de ellos, el niño C SO, de 12 años, quien realizó reacciones alérgicas cutáneas muy importantes y una crisis asmática grave. Tuvo que ser tratado con antihistamínicos y corticoides, suspender la medicación y reiniciarla de forma progresiva. La forma concreta en que surgieron estas reacciones de hipersensibilidad fueron interpretadas como reacciones no tanto a la medicación, cuanto a la destrucción masiva del parásito. Hasta el momento presente los casos tratados, que hemos podido controlarlos periódicamente, no han recidivado. Sola– mente el paciente J B G T, de 39 años, pre– sentó esputos hemopt6icos al año de ser tratado, con existencia de huevos de Para– gonimus, pero poco después, antes de ser sometido a un segundo tratamiento, el cuadro desapareció por completo hasta el momento presente. EL CICLO BIOLOGICO DE LA PARAGONIMIASIS Puede considerarse conocido suficiente– mente el ciclo biológico del Paragonimus. Todas las etapas del mismo han sido estu– diadas y existen comprobaciones concretas de las mismas, coincidentes, en diversos países y por diferentes autores. Se han des– cubierto varias especies silvestres y domés– ticas de animales como reservorios o hués- 13 pedes definitivos del parásito, donde se pre– senta una sintomatología respiratoria simi– lar a la del paciente humano. También han sido estudiados moluscos y crustáceos de agua dulce, donde se desarrolla el proceso evolutivo de las fases larv¡uias del Paragoni– mus (esporocisto, redia, cercaría y metacer– caria). Existen estudios experimentales de trasmisión de la enfermedad en algunos ani– males domésticos que avalan las hipótesis existentes hasta entonces (35). Del resultado de estos estudios y de las características del medio ecológico existen– te en esta zona del Nororiente ecuatoriano podemos presumir algunos supuestos sobre este ciclo biológico. 1. El ciclo biológico de la Paragonimia– sis en nuestro medio es autóctono y no pro– cede de migraciones parasitarias a través de migraciones humanas. Ni las características de nuestras poblaciones, tan dispersas y po– co densas, ni la naturaleza del medio, per– mitirían una migración de este género. Por otra parte, las metacercarias descubiertas en varios puntos de América Latina y concre– tamente en el Ecuador, al igual que la con– figuración de parásitos adultos descartan la identificación de estas especies con las exis– tentes en el Extremo Oriente, donde se rea– lizaron los primeros estudios y donde la enfermedad se encuentra profundamente enraizada (35, 43, 44, 58, 68). 2. El hombre es un huésped ocasional de la enfermedad, no es el reservorio nor– mal de la misma. En nuestras conversacio– nes con los enfermos hemos podido com– probar el hecho de que muchas veces ésta

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