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FRAY CRISPÍN DE Rrnzu Habiendo abandonado mi compañero la misión, me quedé yo solo sin medio alguno de subsistencia. Un poco de arroz y un poco de café que yo había traído a la misión, era todo mi alimento. Un día me aconteció algo verdaderamente curioso que quiero contarlo: Había en esta región un viejo indio, casado, civilizado, pero pobre. Este buen hombre había matado una vaca para salarla y así alimentarse él y su familia. Me dio un gran trozo y yo estaba contento con semejante regalo. Mi criado que era muy bueno, pero muy tosco e ignorante, dejó la vianda en la cocina, que formaba parte de una pequeña cabaña, hecha de ramas y abierta a todos los vientos. El indio se marchó, no se a dónde; al volver a la mañana del día siguiente, la vianda había desaparecido. Antes del mediodía salí a contemplar el campo y presencié un espectáculo agrada– ble; una multitud de cuervos se acometían furiosamente. Me· preguntaba cuál sería la causa que les empujaba y me propuse averiguarla. ¡Cuál no sería– mi sorpresa al constatar que los bellacos cuervos estaban a punto de acabar con el trozo robado! ¡Pobre Guillermo, reducido a. la miseria como antes! Ved ahora un accidente más grave que el de los cuervos. Un día que salí de paseo, llevando un bastón en la mano, observé a dos pasos de mí, en la yerba, una· cosa oscura que no pude distinguirla prontamente. Como la vista la tuve siempre muy corta, la curiosidad me incitó a tocar con el bastón el objeto. ¡Ay de mí! Era una serpiente dormida que se desenroscó rápidamente. Retrocedí lleno de espanto, pero, animándóme, me volví contra el animal que ·se· había lanzado contra mí, y le rompí la espina dorsal con uri fuerte golpe de mi bastón. Esta serpiente se llama Mapanaré, la peor especie del país. Más tarde caí enfermo y muy enfermo; me restablecí, pero no del todo. Al encontrarme solo y sin auxilio humano, tomé una barca para dirigirme a San Fernando, capital del Apure. El cura, que era español, me recibió con mucha caridad. · Omito muchas otras miserias y privaciones sufridas en este país. Des.. pués de haber pasado algún tiempo en casa del cura de San Fernando, em– prendí el camino con mi compañero enfermo; ·nos encaminamos a Caracas ... Aquí murió como un santo, después de haber sufrido mucho;. · Poco después fui nuevamente afligido por el mal que me había afec– tado a mi llegada a Caracas; la enfermedad fue larga y más larga todavía mi convalecencia. Los médicos me aconsejaron' abanc.fonar el país y volver a Europa, asegurándome que una vez pasado ·el trópico, desaparecería la eh~ fermedad. Así aconteció. · · 622 [12]
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