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NUEVA AUTOBIOGRAFÍA DEL P. GUILLERMO DE UGAR, CAPUCHINO creado y rescatado, ha manifestado anticipadamente su misericordia al sal– varme de una manera tan especial, al. llamarme al estado religioso entre los capuchinos. El 13 de diciembre de 1817 recibí el hábito en el convento de noviciado de la villa de Cintruénigo, profesando el 14 de diciembre del siguiente año. Meses después fui enviado al convento de Pamplona· para estudiar la filoso- fía y la teología. · En 1820 estalló la revolución en España, llamada la revolución de la Constitución. En .este tiempo funesto, las Cortes de Madrid iniciaron la persecución rabiosa y furiosamente contra las Ordenes religiosas. El corivento de Pamplona fue suprimido, al igual de los de Vera y Tudela. El gobernador civil ordenó al R. P. Guardián: «Todos los religiosos de la Comunidad y Ud. mismo deberán presentarse lo antes posible para recibir los pasaportes». Debían dirigirse a los conventos de la Navarra cen– tral. Provisto de mis papeles, engañé al soberbio gobernador, pues en vez de encaminarme a Cintruénigo, tomé otra dirección. Convencido y muy convencido de que todos los demás conventos serían muy pronto suprimidos y que consecuentemente los religiosos se verían obli– gados a abandonar el hábito religioso, me resolví a dejar España y refugiarme en algún convento de Italia con la idea única de poder conservar mi santo hábito. Nos hallábamos en plena revolución. Los PP. Provinciales no podían ejercer públicamente su autoridad sobre sus súbditos. Fue, pues, el R. P. Guardián quien me dio su bendición para poner en práctica mi designio. Abandoné, pues, mi convento de Pamplona y de monte en monte y por caminos escabrosos, siempre en peligro de caer en manos de los liberales, atravesando los Pirineos llegué a Francia; y esto, gracias a Dios y a las gentes piadosas que me atendían y protegían. Llegado a Bayona, me presenté al Rmo. P. Solchaga, Ministro General de los Capuchinos de todas las provincias de España, desterrado por la Corte de Madrid. El bondadoso Padre me recibió con mucha caridad. Le manifesté mi proyecto, pero el Rmo. no atreviéndose a dejarme partir a Italia en lo más riguroso del invierno (era el mes de diciembre) me dio la bendición para Tolouse de Francia. Allí encontré a un Padre Lector de la provincia de Cataluña con sus estudiantes. Después de permanencia de dos o tres í:neses en esta ciudad, recibí una obediencia del Rmo. Padre en la que me ordenaba encaminarme a Dax, donde encontré al P. Vicario de nuestro convento de Pamplona y a: un her– mano del mismo convento. Pero mi duración fue breve. [S] 615

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