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LA CONSAGUINIDAD EN GUJPUZCOA Y SU CAPITAL De 1918 a 1966 73 centajes discretos, salvo Hernani y Mondragon, que los elevan un tanto; sus coeficientes se mantienen en el mismo nivel. La segunda agrupación muestra neto ascenso en ambos da– tos respecto del primero. Cinco localidades superan a Hernani (la más alta de su hornada) en los dos; y todas, excepto las cuatro últimas, a Pasajes (tercera). Aparecen varios casos de no coincidencia de porcentaje y coeficiente; el más conspicuo Andoain que siendo la undécima por frecuencia, asciende a la séptima por coeficiente. Y ninguna lo tiene tan bajo como Ei– bar. Las seis feligresías siguientes incrementan la proporción de bodas entre familiares. Se subraya Motrico que, pese a su tributo a la consanguinidad, en la que aventaja a los del grupo precedente (excepto a los tres de cabeza) logra un coeficiente que solo rebasa a 6 de dichos núcleos. El grupo encabezado por Ataun triplica la cuota de enlaces entre emparentados respecto del primero y duplica, con cre– ces, al segundo; en conjunto la homocigosis se hace más den– sa. Aparte Ataun y Amezqueta, cuyos prominentes valores tanto en porcentaje como en coeficiente, los aislan, toda la colectividad ha retenido una nupcialidad arraigadamente sal– picada de emparentamientos, pero, como se advirtió en su momento, casi todos tendían a la eliminacion de esta pauta. Resalta, una vez mas, el peso relativo de los diversos grados en relación a la homocigosis. Los ejemplos son numerosos, como puede comprobarse con sólo comparar ambas relacio– nes paralelas. El ejemplo más patente lo constituye Urrestilla, que, superando en más de un punto a Legorreta en cuanto a porcentaje, empata en coeficiente; la razón esta en la propor– cion relativa de P.H. y P.S. en ambas parroquias. El siguiente sector, pese a estar configurado por parroquias menores no excede los valores del anterior, sino los rebaja un poco. Aizarnazabal, aparte la máxima puntuación consanguí– nea, acredita una considerable homocigosis (4.230) en razón al número de bodas de los grados 3.º y 4. 0 • Anoeta, que por su guarismo de consanguinidad tiene a quince poblados delante, se encarama a la quinta posición en el coeficiente, por la mis– ma causa. Las poblaciones menores han acrecido notoriamente su participación consanguínea, y tambien su homocigosis. Uni– dos a los dos grupos precedentes ofrecen un panorama parti– cularmente interesante; proyectan un mapa rural muy tocado de consanguinidad, netamente diferenciado de las tradicional– mente urbanas o afines: cifras altas, tanto en parentescos co– mo en coeficiente, moderadas o muy moderadas en las urba– nas. Y dispersos, como islotes, los Jugares que apenas cultiva– ron esta modalidad de casamiento o lo desconocieron total– mente. En tabla independiente, hemos consignado los coeficientes de consanguinidad de las comarcas, separando en dos colum– nas los valores alcanzados en el primero y último periodo del tiempo que abraza el estudio; las importantes diferencias existentes justifican sobradamente esta nueva aproximación al problema, más aún considerando que el primer valor sin duda apunta con bastante exactitud la tradición mantenida desde muchos años antes. Tabla XXIV.

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