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72 CLAUDIO ZUDAIRE HUARTE dientes en la fase final, pero debe precisarse que dos tercios son inmigrantes, que contribuyen tanto al incremento de bo– das y de consanguíneos; Renteria sufre parecido fenómeno; en ambas villas, sin embargo, el porcentaje desciende mucho al final. Cuanto a parentescos complejos, se observan pocos: uno en Alza (1935) de 4.º doble; dos en Fuenterrabía, de 6.º doble uno (1931) y de 4.º doble el otro (1949); uno en Herrera (1940) de 4.º doble; uno en Irun (1935) de 6.º doble; Uno en Pasajes (1957) de 4.º doble, y uno en Renteria (1949) de 6.º doble. La comparación con los valores medios de la Provincia se– ñala a esta comarca entre las que contribuyen decisivamente a disminuirlos. Los apuntes de los años anteriores confirman una costumbre arraigada, pero de una densidad semejante a la del primer período revisado. SAN SEBASTIAN Como la mayoría de las ciudades, experimentó gran ex– pansión, especialmente a partir de la postguerra, pero, sobre todo, después de la mitad de siglo, afluyendo a la capital tanto inmigrantes procedentes de diversos puntos de la Pro– vincia como de provincias limítrofes o remotas. Esto ha quedado plasmado también en el número de matrimonios pactados cada año. Pasados los primeros años postbélicos de recuperación del nivel nupcial, el progresivo crecimiento se fija, acelerándose a los finales. Paralelo camino ha seguido el número de parroquias que, siendo cinco al principio, lle– garon en el lapso de tiempo estudiado a las consignadas, cu– yos libros utilizamos: Buen Pastor, Santa María, S. Vicente, El Antiguo, S. Ignacio, B.V. María Reina (1961), Sta. María Magdalena (1966), Inmaculado Corazón de María (1961), S. Juan Bautista (1962), Santiago Apóstol (1961), Sagrada Fa– milia (l 961), Santo Cristo de Ayete (1962), S. Martín obis– po (1961), Martutene (1949), Añorga (1942), Trincherpe (1961), Santa Cruz (lnchaurrondo) (1961). Alguna de estas parroquias se adentra en territorio que pudiera asignarse a otra demarcación, pero se listan aquí porque nacen por la ex– pansión de la capital. Los matrimonios de las parroquias nombradas, más los 1.400 tomados de santuarios, importan un total de 31.729; los novios estaban emparentados en 385; y se adjudican a los cuatro grados considerados, 22 al 3.º , 215 al 4°, 39 al 5.º y 109 al 6.º. Por cada centenar de estas bodas, 5 lo eran de T.S., más de 55 de P.H., JO de t.s. y 28 de P.S. Comportamiento di– ferente en detalles al resto de la Provincia. En primer lugar sorprende un poco la aportación de los T.S.; los de P.H. son más de la mitad del total, en detrimento de los P.S.; los t.s. quedan a nivel semejante a la mayor parte de la Provincia. Sus tasas porcentuales son bastante menores que las provin– ciales: la absoluta 1.21%, se reparte a 0.07% de T.S., 0.67% de P.H., 0.12% de t.s. y 0.34% de P.S. Constatemos que su pauta endogámica es similar a la de la comarca que hemos denominado "Margen Derecha del Urumea" y al arciprestaz– go de Eibar. Cómo se desenvuelve esta norma social es más interesante. En los primeros años se contabilizaron 161 enlaces, y 139 en los finales. Sin ninguna salvedad estos datos pueden ser equí– vocos; débese reparar que unos 57 de esos expedientes finales los solicitaron novios inmigrados; el número adscribible a los originarios serla de unos 82, es decir la mitad de la primera parte. Este acortamiento, tal vez pueda parecer escaso para la capital. El 3.º casi desaparece, numera sólo 3 dispensas entre el 49 y el 66; los P.H. restan 20 unidades; los P.S. apenas una uni– dad; y los t.s. no sólo no disminuyen sino que se duplican, caso singular achacable a lo ya advertido. Las frecuencias parten de guarismos bajos: en efecto, sólo en 1921 se supera el 3%, y só– lo en 6 fechas se supera el 2%, y en tres no llega al 1%. Acu– mulando por trienios, la cima (2.36%) se obtiene en el segun– do, seguido del tercero (1.8%) y del primero (1.72%), y del quinto, cuarto y sexto (1.27%). En la fase final, en nueve oca– siones no se alcanza el l % y en el resto el 2%. Por trienios, se desciende desde 1.25% en el primero a 0.79% en el de cierre, con una mínima flexión en el penúltimo. Por septenios, los 49 anos quedan retratados en una suave pendiente continua, que va de 2.09% a 0.86% en el postrero. Tabla XXII. Respecto de la Provincia, la Capital se sitúa muy por deba– jo en sus valores. Y esta misma posición conserva frente a los arciprestazgos tomados individualmente. En el septenio pre– cedente al periodo repasado, se enumeran 55 procesos, indi– cativos del arraigo de la costumbre, muy similar a la hallada, y con un reparto por grados también semejante de los grados, incluso el mayor peso de los enlaces de T.S. COEFICIENTE DE CONSANGUINIDAD Presupuestas las ideas fundamentales sobre este concepto ya vertidas en los primeros parrafos, débense completar con algunos considerandos sobre la tabla final. En ella, las pobla– ciones se han agrupado en conjuntos por sus habitantes: supe– riores a diez mil, de cinco mil a diez mil, de tres mil a cinco mil, de mil a tres mil, de quinientos a mil, menores de qui– nientos. La dimension de las villas considerada es la que po– seían a los finales del estudio, no la actual, con la salvedad de que en muchas áreas el crecimiento ha sido fulminante. Den– tro de cada grupo, se han seriado los nombres en orden según el decrecimiento del porcentaje absoluto. Es de capital impor– tancia tener presente esta ordenacion para evitar errores. No se da correlación lineal entre frecuencia y coeficiente, aunque se puede estimar una cierta correspondencia general. con nu– merosísimas excepciones. En la relación de la tabla XXIII, se encuentran villas que tienen frecuencia más alta y, en cambio, coeficiente menor, porque para el cálculo de este valor se uti– lizan las medias ponderadas de los diversos grados y, por lo tanto, el coeficiente será tanto más elevado cuanto mayor sea la proporción de parentescos próximos de los contrayentes. En líneas generales, obsérvase que el guarismo de la fre– cuencia crece en razón inversa al número de vecinos, desde el primer conjunto que lo fija en 1.64% aproximado, al último que ronda el 6%; se desvía un poco el grupo de mil habitan– tes, cuya frecuencia es menor a la del precedente, contradi– ciendo un poco la ley general. Las siete poblaciones de la primera partida retienen por-

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