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LA CONSAGUINIDAD EN GUIPUZCOA Y SU CAPITAL De 1918 a 1966 69 con su gran explosión poblacional. Las otras cuatro son las que realmente deciden la caída en la cuota de uniones entre emparentados. En el complejo provincial, este distrito colabora a rebajar los Indices, situándose en todos los grados por debajo de la media. En el septenio anterior al periodo comentado en este ensayo, las solicitudes de dispensa superaron un poco a las habidas en el primero estudiado, lo que ratifica la raigambre de la tradición. MARGEN DERECHA DEL URUMEA Como advertimos previamente, hemos agrupado las feli– gresías del antiguo arciprestazgo de San Sebastián en dos sec– tores, por considerarlo excesivamente amplio, y por si pudie– ra apreciarse alguna diferencia respecto del tema que nos ocupa; por otra parte las pequeñas localidades reciben mayor consideración. La primera característica, que se impone, es la mayor dimensión de las poblaciones. En el arranque del estu– dio, todos estos poblados, salvo Astigarraga y Lezo, supera– ban los 2.000 moradores, y para la década final, superaban (algunos por gran diferencia) los 6.000, salvo Astigarraga. Componemos en este apartado: Alza, Astigarraga, Hondarri– bia, Herrera, Irun, Lezo, Oiartzun, Pasajes-Pasaia y Renteria. Los matrimonios recogidos de las parroquias de la demar– cación, de 1918 a 1966, son 23.149; los controlados en los santuarios 1.415, bajo número en comparación a otras zonas, siendo Oyarzun la que mayor proporción ostenta, unos 200. El saldo de enlaces entre parientes importa 408, de los cuales 14 son de 3.º, 215 de 4.º 34 de 5.º, y 145 de 6.º Trasladado a términos de frecuencia, quedan expresados como 1.76% la global, subdividida en 0.06%, 0.92%, 0.14% y 0.62%, en los cuatro grados. Viendo los datos por otro prisma, se percata de que cada cien bodas entre parientes, 3 son de T.S., 52 de P.H., 8 de t.s. y 35 de P.S., en números enteros. Al grado 4.º, pertenecen más de la mitad de todos los consanguíneos, rasgo muy típico de esta circunscripción. Obsérvese, no obstante, que Lezo y Pasajes pertenecen al tipo "B" (mayoría de P.S.) y que Astigarraga y Fuenterrabia, aun siendo del tipo "A", tan POBLACION M.C. T.S. P.H. t,s. P.S. T.M. ALZA 27 1 14 4 8 1000 ASTIGARRAGA 14 6 3 5 620 FUENTERRABIA 76 1 36 4 35 3297 HERRERA 15 11 1 3 1287 IRUN 85 4 56 2 23 6309 LEZO 30 11 3 16 685 OYARZUN 42 1 25 3 13 1479 PASAJES 75 4 32 6 33 4246 RENTERIA 44 3 24 8 9 4226 Total 408 14 215 34 145 23149 sólo supera en una unidad el 4.º al 6.º. Tres poblaciones no conocen enlaces de T.S., Astigarraga, Herrera y Lezo; tampo– co en las demás alcanza un peso considerable. Tampoco los otros tres grados tocan altos techos. Entre tantos valores ba– jos, llama la atención Lezo (4.37%), muy por encima de la media total, indudablemente merced a los muchos habitantes alejados del casco urbano. Los números de Oyarzun (2.83%), Alza (2.70%), Astigarraga (2.25%) y Fuenterrabía (2.30%) exigen, tal vez, similar aclaración, quizá menos aceptable pa– ra la última. Tabla XX. Es sobradamente conocida la absorción de inmigrantes ve– rificada en este territorio y que se expresa en la curva de ma– trimonios -unos 350 anuales en la primera parte y casi 800 en la última-. Veamos como cede la presión consanguínea al avanzar los años. Tomando en consideración el total de em– parentados, el resultado es un poco decepcionante: la decre– cencia experimentada parece escasa: 164 en los primeros se– xenios (18-35), y 134 en los terminales; ahora bien, débese advertir que esta cifra comprende unos 50 casos de inmigran– tes; la realidad evolutiva de los originarios queda así mejor li– mitada; es una de las áreas donde más patente es la aporta– ción migratoria. Los T.S. prácticamente se eliminan , los P.H. rebajan de 86 a 71 y los P.S. de 59 a 48, mientras que los t.s., aunque poco significativos, aumentan de 10 a 13. En la pri– mera parte (18-35), la mitad de fechas sobrepasan el 3%, y hay un esporádico 5.45%. A partir de la postguerra se acusa cada vez más el declive. En la fase final (49-66) sólo un año se eleva por encima del 2%, y en seis ocasiones no alcanza el 1 %. En ninguno de los segmentos considerados puede hablar– se de alta consanguinidad, pues si para el final la media se queda en 1.09, se coloca en 2.77 para el inicial. Tabla XXI. Veamos el papel de los diversos poblados en el cambio: Alza reduce de 17 a 7, y de éstos, cuatro pertenecen a inmi– grantes; Astigarraga acumula por igual; Fuenterrabía apenas cambia, salvo el detalle, importante, de contar algunos forá– neos más al terminar; Herrera recoge datos, independiente– mente, desde 1930, y de los 9 anotados en la parte final, 6 son foráneos; Lezo y Oyarzun se despegan con mayor decisión de los casamientos emparentados (5 y 7 dispensas frente a 17 y 18); Pasajes, por el contrario, inscribe la mitad de sus expe- Abs. T,S. P.H. t.s. P.S, 2.700 0.1000 1.400 0.4000 0.8000 2.2581 0.9677 0.4839 0.8065 2.3051 0.0303 1.0919 0.1213 1.0616 1.1655 0.8547 0.0777 0.2331 1.3473 0.0634 0.8876 0.0317 0.3646 4.3796 1.6058 0.4380 2.3358 2.8398 0.0676 1.6903 0.2028 0,8790 l. 7664 0.0942 0.7537 0.1413 0.7772 1.0412 0.0710 0.5679 0.1893 0.2130 1.7625 0,0605 0.9288 0.1468 0,6264 Tabla XX. Margen derecha del Urumea. Suma total y frecuencia absoluta y por grados de matrimonios consanguíneos.
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